Uno de los factores que caracterizan el subdesarrollo es confundir explicaciones con excusas.
En países como el nuestro, todos tenemos explicaciones para lo que sale mal. De hecho, somos expertos en explicar por qué se caen los puentes, por qué fracasamos en la lucha contra la corrupción, por qué estamos asediados por la inseguridad, por qué perdimos el grado de inversión o por qué tenemos la tasa más alta de contagios de Covid del mundo.
Podemos explicarlo todo, pero nadie asume la responsabilidad de nada. Creemos que, porque tenemos una explicación más o menos fundamentada, estamos excusados de obtener el resultado esperado. Si no se cumple un presupuesto de ventas hacemos un detallado análisis del movimiento del dólar, de los costos de distribución, del comportamiento de la competencia y de cuanto factor técnico podemos echar mano para explicar el fracaso de nuestra estrategia. Pero cuando alguien pregunta por la responsabilidad del fracaso la respuesta es un largo silencio. Nadie es responsable porque todo el mundo tiene una explicación y por lo tanto una excusa que considera válida.
En las naciones desarrolladas, la explicación no exime de la responsabilidad. Si algo no sale como proyectado, la responsabilidad debe ser asumida y no puede ser ignorada. Un buen ejemplo se presenta en Estados Unidos. Si una empresa pierde valor en la bolsa por los deficientes resultados obtenidos, el presidente, por lo general, es despedido.
En Colombia tenemos el ejemplo de los falsos positivos donde el presidente de la República asumió la responsabilidad de esos hechos terribles pero el directo responsable sigue insistiendo en que todo se hizo a sus espaldas. Es lo mismo que sucedió con Samper donde todos sabían que su campaña era financiada por el narcotráfico excepto el beneficiario directo del hecho.
En Colombia es raro que fracasos inmensos vengan acompañados de renuncias. Renunciar es aceptar que uno es responsable. ¿Por qué voy a aceptar que soy responsable si tengo una excusa? La lógica implícita de este razonamiento, muy nuestra, es que asimilamos explicación a excusa.
Personas investigadas por la justicia, incluso inculpadas, no renuncian a sus cargos pues intuyen que hacerlo es aceptar la responsabilidad, por acción u omisión, del hecho. ¡Pues claro que son responsables! Otro asunto muy distinto es la determinación del dolo que puede existir o no.
Colombia ha tenido los “mejores policías del mundo” a pesar de que los ciudadanos no puedan salir a las calles. Tiene Corte Constitucional, Corte Suprema, Consejo de Estado, Consejo Superior de la Judicatura, Fiscalía, Contraloría, Procuraduría y Defensoría, pero no tiene justicia. Quiere más empleo, pero castiga al empresario o exige servicios públicos gratuitos, pero no quiere pagar más impuestos.
Nos encantan las explicaciones porque ratifican el principio por el cual guiamos nuestros actos: la irresponsabilidad colectiva.
Miguel Gómez Martínez
Presidente de Fasecolda
migomahu@hotmail.com
Portafolio, julio 6 de 2021