Históricamente el año 2008 es el de mayor registro de exportaciones de carne con el envío de 148 mil toneladas fundamentalmente al mercado venezolano. Tal dinámica comercial se logró con un hato ganadero de 23 millones de bovinos y un sacrificio interno formal de 3,9 millones de animales. En 2022 las exportaciones de carne fueron de 42 mil toneladas, el sacrificio doméstico formal registró 3,1 millones de bovinos y el inventario ganadero alcanzó 29,4 millones animales.

¿Qué indican estas cifras? Que evidentemente hay posibilidad de generar oferta de carne hacia el mercado chino ¿cuánta?

Vale la pena pensar que, si en 2008 se lograron comercializar 148 mil toneladas y hoy día se envían al exterior unas 42 mil anuales, se tendría un diferencial de más de cien mil toneladas; sin embargo, hay que tener presente que hoy se tiene un hato más grande y que el consumo interno ha disminuido por lo cual el sacrificio es menor, lo que daría teóricamente la posibilidad de tener mayor oferta exportadora. Pero también hay que tener en el radar que las exportaciones de bovinos en pie eran marginales en 2008, alrededor de unas 8.400 cabezas al año; mientras que en 2022 llegaron a 393 mil cabezas. Esto indica que hacia adelante nuestra oferta de novillos tendrá la posibilidad de dirigirse a mercados internacionales de carne o de novillos en pie, pero no será situación de escogencia más si de competencia.

¿Qué quiero decir con esto? Que, con la agregación de valor, en una situación de mercado, gran parte de nuestra oferta exportadora de carne para el mercado chino vendría de lo que hoy enviamos al exterior en novillos en pie. Es un escenario que estructuralmente se ha visto, con mejor dinámica en nuestras exportaciones de carne las de novillos disminuyen, y las de novillos vivos mejoran en la medida que las de carne tienen dificultades. La realidad a la que entramos con China es de mejoramiento sustancial en las exportaciones de carne, lo que marcará un escenario en donde nuestras exportaciones de animales en pie tendrán un reacomodamiento.

Pero además en un escenario conservador, pensando que en el mediano plazo se logren colocar en China esas cien mil toneladas de carne al año, se requerirá mayor eficiencia en ganancia diaria de peso, menor peso al sacrificio, mejores tasas de natalidad y de reposición, incluso crecimiento del hato; y si bien este nuevo mercado será un catalizador para mejorar en productividad, también serán requeridas políticas públicas que impulsen al sector, y hago un énfasis especial aquí en lo referente a sistemas silvopastoriles y modelos sostenibles en donde se requiere menos discurso público y más acciones audaces y eficaces. A esto deberá añadirse el avance total en trazabilidad e identificación animal.

Justamente, pensando en mercados de exportación de carne de mayor valor, como EEUU que esperamos se concrete en 2024, y China que inicia con la mejor expectativa, FEDEGAN en conjunto con CAF diseñó el modelo de corral de engorde sostenible que viene avanzando con gran acogida. Su fin fundamental es responder con mayor eficiencia con la oferta necesaria ante la nueva demanda internacional de carne colombiana con precios muy estables sobre esa oferta.

Además, hay un punto particular que deberá tenerse presente, y es que esa eficiencia deberá traducirse en un buen precio frente a lo que hacen potencias ganaderas como Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay en el abastecimiento chino. Y ese precio competitivo relaciona a toda la cadena de valor.

Ganar más no significará tener un mayor precio, indudablemente ganar más si significará vender más, y no se vende más sin un precio competitivo. Evidentemente para tener éxito en la consolidación del mercado chino la especulación en precios deberá quedar atrás.