El petrismo y su líder máximo, Gustavo Petro, abandonaron hace muchos años a los trabajadores de Colombia. Y, además, hay una historia terrible entre el sindicalismo y el M-19, una de las guerrillas marxistas más sanguinarias del país, donde militó durante años Gustavo Petro. Es una historia de horror que el país se niega a olvidar.
El M-19 es el autor del secuestro y asesinato de José Raquel Mercado, un gran líder sindical liberal, presidente de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC). El M-19 no solo cometió esa atrocidad, en 1976, sino que se ufanó durante años de haberlo hecho. Hoy tratan de que ese cruel episodio sea olvidado y bien olvidado.
La muerte de José Raquel Mercado, quien durante años había sido objeto de injurias racistas y campañas difamatorias, pues era un fuerte obstáculo a los planes sindicales del PCC, abrió, además, una época de cataclismo en el campo sindical. La UTC, de inspiración conservadora y la mayor central sindical en ese momento, también comenzó una fase de decadencia. Aterrorizado por lo que le había ocurrido a Mercado, Tulio Cuevas, líder de la UTC, cedió a las promesas de promoción del sindicalismo comunista y terminó en viajes de adoctrinamiento a Moscú. Todo eso culminó en la capitulación del sindicalismo democrático, liberal y conservador, y en la creación, en 1986, del instrumento sindical mamerto: la CUT (Central Unitaria de Trabajadores).
Esa cadena de hechos graves ha sido olvidada gracias al trabajo de los fabricantes de amnesia. Empero, el impacto de esos acontecimientos sigue hoy sacudiendo, aunque sea imperceptiblemente, el sindicalismo colombiano. El anuncio de Petro de que marchará “al lado del pueblo trabajador” el próximo 7 de junio revivió un claro malestar en algunos sindicatos. ¿Como alguien que fue miembro del grupo que secuestró, torturó y mató a un gran líder sindical, JR Mercado, puede pedir que lo acepten en una marcha sindical? ¿Cuándo Petro rechazó y pidió perdón por tal abominación?
En sus 17 años de congresista y alcalde de Bogotá nada hizo Gustado Petro por los trabajadores. No hay una sola ley social que él haya promovido y sacado adelante. Como parlamentario se dedicó a vengarse de los militares y policías que rescataron 244 rehenes del Palacio de Justicia y frustraron el golpe de Estado que el M-19, bajo las órdenes de Pablo Escobar, quería darle a Belisario Betancur. Petro buscó liquidar judicialmente al expresidente Álvaro Uribe, a desinformar sobre Colombia en España, a promover violentas asonadas que, en sólo 2021, llevaron a la muerte a 27 personas, entre ellos dos bebés, e hirieron a 2 000 personas, entre ellos 1 253 policías y quemaron, en solo Popayán, los archivos de 36 procesos contra gente del ELN y de las Farc.
La CUT, elemento activo de esos asaltos, pretende ahora que la marcha del 7 de junio sea vista como un inocente acto sindical. En realidad, se trata de un montaje de apoyo “de masas” al gobierno, precisamente en momentos en que la “reforma laboral” y los otros proyectos decrecionistas de Petro cojean en el Congreso.
El M-19 y la corriente política salida de ese aparato, hasta el partido actual Colombia Humana, abandonaron a los trabajadores. El compromiso de ellos con lo social es nulo y sí lo es con lo societal: ecología punitiva, ideología de género, racismo y racialismo woke, cultura de la cancelación, revisionismo histórico, crecimiento cero, escritura inclusiva, feminismo fanatizado y minorías sexuales. Ese es el abc de las actividades de ese grupo. Los sindicatos y las luchas obreras son la última carroza del desfile. Pero los sindicatos independientes no olvidan y desconfían del petrismo y de su líder.
Petro dejó ver que el 7 de junio lo sindical será secundario frente a lo político: “Invito a quienes votaron por el cambio y a quienes desean justicia en Colombia”. Y detalló que la marcha es “no sólo por las reformas sino contra la impunidad”. Petro dejó así claro que quiere utilizar las centrales obreras contra Francisco Barbosa, defensor de la independencia de la Fiscalía General, y contra el Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional, la Procuraduría y la Contraloría Nacional, instituciones que frenan los abusos del presidente. La artera venganza de Petro es acusarlos de ser los causantes de “la impunidad”. Petro fue quien ordenó cesar actividades militares contra las guerrillas, los carteles y el crimen organizado pues quiere pactar con ellos una quimérica “paz total”. Consecuencia: disparó las narco-exportaciones sin que la “paz” avance un centímetro. De enero a abril de 2023 hubo 8.957 muertes violentas en Colombia.
Sin tardar, la Confederación General del Trabajo, CGT, desmintió a Petro. Anunció que esa obscura maniobra no es con ellos. “La CGT oficializa que no ha convocado a ninguna marcha y que no va a participar el día 7 en la marcha convocada por las otras centrales, y mucho menos por la Presidencia de la República. La autonomía y libertad de la CGT para organizar sus actividades es exclusiva de la CGT y no una convocatoria ajena a nosotros”, dijo a la prensa. Y enfatizó: “La CGT históricamente ha sido, es y será una organización sindical que actúa con independencia y autonomía, frente a los gobiernos, sea el que sea, el empresariado, los gremios, los sectores políticos y demás actores del país”. Fundada en 1973 y una de las centrales sindicales más grandes del país, con 600.000 afiliados, la CGT denunció que la ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, 67 años, dirigente del PCC, presiona a la CGT para volverla petrista. La CUT también insiste en destruir la CGT para atraer al menos una fracción de ésta, y a las organizaciones de pensionados CPC y CDP, al tinglado sindical pro-Petro.
Pero la CGT tiene memoria, resiste y está dando el buen ejemplo de lucha e independencia real del sindicalismo de Colombia.
https://twitter.com/eduardomackenz1/status/1665305366790561792 4 de junio de 2023