Bien por el señor Gobernador de Cundinamarca que de manera ingeniosa estableció rápidamente una estrategia para comercializar el tubérculo ante la acumulación de la oferta y crisis del sector. Lo ocurrido el fin de semana con ventas de más de 1400 toneladas de papa en apenas cuatro días, demuestra que la gente sí quiere comer papa pero que existe un altísimo encarecimiento por parte de supermercados y grandes superficies que terminan cobrándole al consumidor cuatro o cinco veces más por el mismo producto que ofrecen los papicultores.
No es diferente con frutas, verduras, carnes, leche, quesos, todo. Grandes comercializadores que sin correr los riesgos que sí deben tomar nuestros productores del agro, obtienen grandes ganancias, e incluso se llevan la mayor parte de los créditos FINAGRO destinados al sector primario.
Es importante que a través de la política pública se corrijan ese tipo de asimetrías en la comercialización, pues no tiene sentido que se importe papa de descarte, papa vieja congelada, desde Bélgica, países Bajos y Holanda, y se ofrezca a los consumidores colombianos, sabiendo que podemos adquirir papa fresca colombiana, y que puede ser comprada a precios más bajos si eliminamos una gran parte de intermediarios que no agregan valor y sí encarecen.
Ojalá pueda concretarse pronto la idea de campaña del hoy Gobernador de poder contar con unos grandes centros de abastecimiento agropecuario en las entradas de Bogotá con el fin de darle más dinámica a la venta de productos del campo con origen nuestro, y de manera más competitiva y eficiente como quedó demostrado este fin de semana.
¿Y por qué digo en las entradas de Bogotá? Porque al interior de la ciudad capital, de esta gran urbe de más de 8 millones de habitantes, y a su vez consumidores, pareciera haber poco compromiso con nuestros hombres y mujeres de campo para vender su producción.
De un lado, no se notó el interés por darle dinamismo a la comercialización de papa en el interior de la ciudad por parte de la administración distrital, más allá de lo relacionado con las fotos para medios, dando como argumento que el ingreso masivo a las calles de Bogotá por parte de nuestros productores de papa, representaba un riesgo epidemiológico para la transmisión del Covid. Creo que no pensaron lo mismo con la entrada de las comunidades indígenas semanas atrás.
Pero de otro lado, es lamentable, que se promueva un día sin carne en Bogotá, limitando la posibilidad productiva de gran parte de los productores, no solo de la ciudad sino del país. Al contrario, esta administración debería estar promoviendo la lucha contra el hambre, sabiendo que al fin y al cabo nuestra dieta tradicional es papa, arroz y carne.
Pero ni resultados contra el hambre, ni resultados contra la inseguridad, ni resultados en movilidad, ni resultados en nada. Solo fotos y medios. Al menos, con las posturas de los dirigentes frente a nuestros productores agropecuarios ya sabemos con quién contar. Ya sabemos quién es el señor ‘buena papa’ y quién es la señora mala leche’.