El excongresista y exintegrante del M-19 afirma que bajo el gobierno Petro están en riesgo las elecciones de 2026, y que la ciudadanía se debe volcar en pleno a defender que estas puedan darse democráticamente.
Doctor Lucio, usted conoció al hoy presidente en sus épocas de andanzas en el M-19. ¿En qué condiciones sucedió y cuándo?
Sé que estuvo en el congreso de los Robles que hizo el M-19 por allá en marzo del año 85, cuando estaba en pleno proceso de negociación con Belisario Betancur y ahí es donde recuerdo haber visto por primera vez a Gustavo Petro. Pero nunca tuve una relación cercana con él, no era una persona que estuviera, digamos, con nosotros en el Cauca y el Valle, o en los círculos cercanos del M-19; siempre estaba como en una militancia más distante. Y esa es la verdad, él nunca fue una persona protagónica en el interior del M-19.
El país en este momento le pregunta a uno mucho, y yo estoy segura de que a usted también, qué podemos hacer en este periodo de dos años que le quedan en su cargo, muy inciertos en todo sentido, para culminar este gobierno con bien, con paz, sin que logre incitar a guerras civiles ni revueltas semejantes. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos que no estamos en el tal complot de los golpes de Estado, ni blandos ni duros?
La única forma de que esto termine, si termina bien, es con que haya elecciones en el 2026, que es lo que yo creo que está en riesgo. Porque entre los proyectos de generación de crisis de Gustavo Petro está el poner en peligro y hasta hacer colapsar el sistema electoral.
¿Por qué cree eso?
Lo creo exactamente porque él quiere atornillarse en el poder. Su verdadero modelo es un modelo venezolanizado...
¿Pero personalizado en él?
Claro, personalizado en él. Es decir, Gustavo Petro no es un demócrata. Gustavo Petro tiene en su genética política, y además él lo ha escrito en su libro, la impronta absolutamente marxista-leninista. Para él hay una diferencia entre gobierno y poder y el proyecto de Gustavo Petro es el poder. No es el gobierno. Dentro de la perspectiva de Gustavo Petro, la presidencia es un peldaño en el camino hacia el poder. Por eso, y él lo ha dicho, no lo va a soltar. Cuando uno revisa el discurso del 1.º de mayo, él dice que no les va a devolver la Casa de Nariño a los asesinos del pasado...
Un paréntesis. Le leí al politólogo Eduardo Pizarro un concepto muy parecido al que usted está pronunciando. Que a Gustavo Petro no le gusta el gobierno, sino el poder...
Estoy totalmente de acuerdo, por eso me parece que uno de los elementos principales es que los sectores dirigentes del país dejen el negacionismo, es decir que dejen de negar lo que a todas luces están viendo. Y es el proyecto antidemocrático y violatorio de la Constitución per se de Gustavo Petro. Es que Petro está violando la Constitución de cara a todo el mundo y resulta que nadie lo plantea ni lo planta como debería ser en la democracia.
Ahí le pregunto: ¿cómo es posible que, ante un hecho usurpador, como el de la Universidad Nacional, 11 de 12 exrectores dijeran que por ahora no integrarán el Consejo Superior, porque no comparten los procedimientos utilizados para tumbar al rector que ya venía elegido y posesionado, y que eso no haya tenido ninguna repercusión? Es una cosa muy grave lo que sucedió en la Nacional con la autonomía universitaria...
Nadie se imagina lo grave. Porque ese es un laboratorio de lo que Petro quiere hacer en el país. En la Universidad Nacional, y esto no lo han destacado los medios de comunicación, lo primero que hicieron fue acudir a la violencia para tomársela. Antes que todo, llegaron las primeras líneas, en las que no había ni un solo estudiante de la universidad, asaltaron el edificio de la rectoría y paralizaron la universidad. Esto, en el corazón de Bogotá, no en el último rincón del Cauca ni del Chocó. Y eso con el apoyo del Gobierno, con la parálisis de las Fuerzas Armadas y de la Policía, sin el actuar de la Fiscalía. Es decir, la institucionalidad colombiana absolutamente parada, frente a un hecho violento y miliciano en la Universidad Nacional. Y en dos meses, el gobierno de Gustavo Petro logra modificar el Consejo Superior Universitario, desconociendo las normas, la autonomía universitaria, el principio de legalidad, todo lo actuado y terminan destituyendo al rector anterior e imponiendo al nuevo y no pasa nada. Ahí está el cuadro de lo que es la perspectiva de Gustavo Petro para el año 2026: uso de violencia.
¿De verdad lo cree así?
De hecho, durante el gobierno de Gustavo Petro se ha multiplicado la crisis de orden público y de seguridad. El crecimiento exponencial del control territorial de las organizaciones criminales en las distintas regiones es impresionante. Eso ya en sí va a tener una afectación directa sobre el colapso del proceso electoral, porque este requiere seguridad, y ya hoy hay regiones en las que no habría elecciones libres y democráticas para sus ciudadanos. Segundo, viene el desconocimiento de las normas. Las desconoce en la universidad, en los estatutos universitarios y en la autonomía universitaria; y en el caso del proceso electoral, ya Petro empezó, por ejemplo, a advertir que va a recortar el presupuesto de la Registraduría. ¿Dice uno, y ante la crisis fiscal que él provocó, por qué no comienza por cerrar el monstruo del Ministerio de Igualdad, que ya la Corte Constitucional dijo que había que cerrar, y dio, inexplicablemente, dos años para ello? ¿Por qué en cambio empieza por afectar los organismos de control y la Registraduría?
Y ya empiezan a conspirar desde el Palacio de Nariño contra el actual registrador, Hernán Penagos, uno de los funcionarios más correctos y probos que tiene actualmente el Estado.
Cuestionándolo a través del litigio estratégico, tema en el Consejo de Estado de su propia elección. Luego, ya empieza a verse el proceso hacia colapsar el sistema electoral para quedarse en el poder. Se equivocan los que creen que lo que Petro va a hacer es usar el Estado y los subsidios para aumentar su votación en el modelo clientelista clásico. El proyecto de Gustavo Petro es hacer colapsar el sistema electoral en el año 2026.
¿Y cómo lo va a hacer colapsar?
La táctica ya la conocemos, el modelo concreto fue cómo hizo colapsar el sistema de salud.
¿El chu chu chu?
El chu chu chu, que es una metodología. Por un lado, tira un globo; en el caso del sistema de salud fue un globo vestido de proyecto de reforma en el Congreso. Durante año y medio los partidos, el Congreso, las facultades de medicina, las EPS, la opinión se enredaron con el sistema de salud, mientras que él, con la otra mano, por debajo de la mesa, estaba asfixiando financieramente desde el Gobierno a las EPS. Aquí, el modelo es el mismo: tira el globo de la constituyente, todo el mundo se pone a discutir constituyente, como si a Petro le interesara ese problema constitucional...
Aquí hay una apuesta entre dos sectores del país. En uno se burlan de la constituyente y no la consideran ni seria ni factible. En el otro dicen no, hay que pararle bolas a eso... ¿Usted qué piensa?
Es que no estamos hablando de lo mismo. Gustavo Petro no está hablando de la asamblea nacional constituyente de la Constitución del 91, él está hablando del proceso constituyente del que habla el libro del filósofo italiano Antonio Negri, según el cual el proceso constituyente es el poder constituyente entendido como un poder por sobre las instituciones. Porque el concepto de constituyente en el marxismo es el pueblo derribando las instituciones. El concepto marxista de constituyente es exactamente para derrotar las democracias liberales. Cuando uno lee el libro de Negri, el gran enemigo, la antípoda del concepto constituyente de Negri, es la institucionalidad de las democracias liberales. En su concepto, la Constitución y la institucionalidad son inventos de la oligarquía y de la burguesía para usurpar el poder directo, entre comillas, “del pueblo”.
Con eso Petro se eligió... ¿o no?
Claro, es que Petro está violando lo más grave que puede violar un presidente de la República, que es el juramento constitucional. El juramento constitucional no es un ritual, no es un protocolo. Es por excelencia el pacto de respeto de un presidente a las reglas de juego de donde viene, a las que se debe.
Ante semejante escenario, vuelvo a la pregunta inicial: ¿qué hacemos?
Nosotros vamos a avanzar hacia una veeduría ciudadana por la defensa de las elecciones de 2026.
¿De dónde sale esa veeduría ciudadana?
La veeduría ciudadana es un instrumento constitucional, que tiene inclusive unos desarrollos legales muy importantes. Es un vehículo para que las ciudadanías puedan ejercer un control eficaz sobre la gestión pública y sobre el cumplimiento de la Constitución y la efectividad de sus derechos. Para nosotros, lo que ya está visto es que la corrupción de los partidos no va a permitir que sean ellos los que salgan a defender la democracia colombiana. El miedo de ciertos sectores dirigentes del país los tiene paralizados. Luego la única posibilidad es que las ciudadanías nos movilicemos a defender nuestra democracia, a hacer uso de una serie de herramientas de democracia participativa prácticamente sin estrenar, que están en la Constitución del 91. Dentro de esas herramientas existe la veeduría ciudadana, para hacerle un seguimiento, día a día y cuerpo a cuerpo, a todo el proceso electoral.
Pero el proceso electoral es algo muy complejo, que comienza mucho tiempo antes del día de las elecciones, y que supone que se den ciertas etapas... ¿Sí darán abasto esas veedurías?
Sí. Es un proceso complejo, que requiere que se hagan y se cumplan una serie de cosas desde mucho antes, para que el día de elecciones pues haya elecciones. Que se giren los dineros a tiempo, que se organicen los jurados de votación, que la logística electoral se distribuya por el país, que haya una seguridad, que se contraten los distintos servicios de todo tipo que se requieren. Si eso no se hace cumplida y eficientemente y de manera segura, no hay elecciones. Y lo más grave es que la Constitución no tiene una norma que disponga qué hay que hacer si eso ocurre, porque a nadie le cabía en la cabeza que podía llegar un presidente, como Petro, que pusiera en riesgo la regla de oro que desde el año 58 no ha violado nadie: y es que todo presidente garantice que se cumplan las elecciones.
Y eso, obviamente, requiere de la voluntad presidencial...
Es que, ojo con esto, que pareciera tan obvio, pero que la gente no lo concientiza suficientemente: para que haya elecciones no se necesita que haya registrador, se necesita que haya presidente, porque hay una serie de resortes que solo los maneja el presidente de la República, y que son imprescindibles para que ocurran las elecciones. Por eso, los ciudadanos tenemos que empezar desde ya a activar todos los mecanismos constitucionales e institucionales para que la Fuerza Pública, por encima de las órdenes de Gustavo Petro, cumpla la Constitución garantizando la seguridad electoral en las regiones, para que haya elecciones libres y trasparentes. Tenemos que empezar desde ya a accionar las tutelas y toda la veeduría ciudadana, para que se le giren los dineros a la Registraduría a tiempo. Tenemos que garantizar que el Gobierno cumpla con todos sus deberes y que no se vaya a inventar entonces ahora, a propósito de la crisis fiscal que él mismo crea, las disculpas para incumplir con los requisitos... que ya empezó a plantear, con el tema del recorte del presupuesto a la Registraduría y con el litigio estratégico contra el registrador Penagos... O, por ejemplo, con las mentiras que está diciendo Petro sobre Thomas Greg & Sons y la Registraduría, para empezar a enturbiar su imagen y poder triturarla ante sus propias bases, cobrando contra el proceso electoral.
O sea que en últimas...
En últimas, mire, o defendemos las elecciones del 26, o lo perdemos todo. El pulso real está ahí: Petro, a que no haya elecciones en el 26, y los ciudadanos, a defenderlas. Ahí está, realmente, el pollo del arroz con pollo...
¿Y cuál sería un instrumento para la manifestación pública de todas esas inquietudes que usted está planteando?
La veeduría ciudadana es un instrumento que tiene toda la fuerza legal, pero que tiene que ir acompañado de la movilización ciudadana.
Pero en este gobierno se ha extendido la idea de que las calles son de los simpatizantes del Presidente y de ninguno de los que no sean sus fieles seguidores...
No. A partir del 21 de abril quedó claro que las calles son mucho más de las ciudadanías que de Petro. La movilización popular de ese día, espontánea, sin la mediación de dineros públicos ni burocracia estatal, fue de millones de personas en el país. Luego, más allá de los partidos, en la misión de defender la democracia están las ciudadanías. Por eso tenemos que movilizarnos. Y para eso son las veedurías: para exigirle a la institucionalidad que cumpla con su deber. El día en que lo haga garantizamos la democracia.
Y una última pregunta, ahora que lo oigo hablar tan crudamente de las que usted cree son las intenciones de Gustavo Petro. ¿Cuándo partieron cobijas?
Realmente nunca las compartimos. Porque en el M-19 nunca estuvimos juntos y porque yo nunca he sido marxista-leninista.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO