El procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez Maldonado, ha resuelto destituir al Superintendente Financiero, el doctor Gerardo Hernández, por cuanto a su juicio no hizo lo que le correspondía para evitar la catástrofe de Interbolsa. Y para qué les decimos, amigos. Le han llovido al procurador rayos y centellas y al Superintendente cuantos elogios pueda recibir un alma en estos tiempos.
Conviene examinar esa unanimidad vociferante, advirtiendo que no tenemos en la mano la providencia del procurador, en lo que vamos a la par con sus innumerables críticos. (Lea: Procurador Alejandro Ordóñez se reunió con gremios boyacenses)
Estará de acuerdo con nosotros, querido lector, en que Interbolsa se quebró. Estará de acuerdo en que arrastró en su caída centenares de ahorristas o inversores que depositaron su confianza en una entidad que solo merecía elogios de tirios y troyanos, y que a su respecto no se habían dado señales de que algún riesgo corrían los que llevaban su platica a tan seguro abrigo como esa corredora de bolsa prometía ser. Y estará de acuerdo en que la persona encargada de ejercer cuidado sobre esa compañía y reconocer sus riesgos y evitarlos y darlos a la luz, era precisamente, el doctor Gerardo Hernández, Superintendente Financiero.
Que el doctor Hernández no tuvo éxito en esa gestión, es cosa que no puede remitirse a duda. Dice en su defensa que los directores de Interbolsa lo engañaron, ocultando información preciosa que de conocida lo habría puesto sobre aviso. (Lea: “La paz con impunidad no es sostenible”: Procurador Ordoñez)
Si quieren coincidimos en que el doctor Hernández es una exquisita persona. Que no hay sombra de duda sobre su buena fe. Que tiene larguísima trayectoria en el sector financiero y aceptemos que después de la bancarrota obró muy bien para impedir que la crisis fuera todavía peor de lo que fue. Pero el hecho es que su oficio en la Superintendencia es vigilar las instituciones financieras y de corretaje de valores. Como Interbolsa.
Ese oficio del doctor Hernández consiste en darle seguridad al público que confía su dinero a entidades de esta clase. Y eso lo tiene que hacer con mano firme y ojo avizor. En otras palabras, que la tarea de ese funcionario es acertar siempre y no dejarse engañar nunca. Y se dejó engañar. Eso es lo que él mismo dice. (Lea: Procurador acudiría a la Corte Interamericana de DDHH)
Y se dejó engañar por unos personajes que tenían una muy peculiar condición, la de haber sido en Interbolsa los compañeros de trabajo de su jefe directo. El ministro de Hacienda, doctor Echeverri, venía de Interbolsa. Y de Interbolsa venían funcionarios muy destacados del mismo Ministerio, la entidad de la que depende el doctor Hernández.
No nos sumamos a los aplausos que se le tributan al doctor Gerardo Hernández. Algo le faltó. Entereza de carácter para poner en duda lo que hacían los antiguos socios o patrones de su exjefe. O agudeza. O diligencia. O todo a la vez. Y por esa falta dejó que unos audaces pusieran en jaque el sistema de valores del país y que centenares de personas ingenuas perdieran todo lo que tenían. (Lea: “Estamos ante un ejército diezmado": procurador Ordóñez)
Nos parece que el Procurador Ordoñez ha sentado un precedente, para que los que tienen tan hermosas prendas como las del doctor Gerardo Hernández, cumplan oportunamente sus deberes. Con lo que la gente volverá a confiar en los corredores de bolsa y a invertir con tranquilidad su capital en ese tipo de empresas. Y eso no es poca cosa.