La Organización Internacional del Cacao (Icco), clasifica el producto colombiano en el 5 por ciento de la oferta mundial denominada ‘fino y de aroma’. El país cuenta hoy con más de 160 mil hectáreas sembradas y unos 17 millones de hectáreas aptas para el cultivo, según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra). Su consumo per cápita aumenta en todo el mundo y los expertos en salud indican que el chocolate es un alimento funcional que, incluso, ayuda a mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, para aprovechar todo su potencial económico y social, debemos resolver el problema de la ocurrencia ocasional de contaminación de cadmio (Cd) en las almendras o derivados del cacao. El cadmio es un elemento químico que puede bioacumularse en las personas a través del agua, el aíre o los alimentos que consumen, afectando su salud de manera grave. Se encuentra en las pilas, los cigarrillos y es generado por la contaminación de algunas industrias; también se puede encontrar en hortalizas, cereales y otras plantas alimenticias que, como el cacao, pueden absorberlo desde aguas o suelos con contenidos altos de este metal.
Algunos suelos de Colombia, y de otros países andinos, presentan una concentración natural de cadmio alta que puede transportarse a los productos cosechados sobre, todo por parte de plantas que, como el cacao, lo absorben y bioacumulan fácilmente. La Unión Europea –a través del Codex Alimentarius– estableció recientemente límites máximos permitidos de cadmio en productos como los chocolates, que entrarán en vigor en el 2019. Colombia debe tomar medidas urgentes que protejan nuestras exportaciones crecientes de este producto.
Aparte de lo que pueda hacer el Gobierno en el frente diplomático para ganar todo el tiempo que se pueda en la adopción de los nuevos estándares y conseguir cooperantes que concurran en la búsqueda de soluciones, en el corto plazo se deben cuidar y regular las exportaciones para que los lotes de almendras o de licor de cacao contengan trazas mínimas o nulas de cadmio cuando se muestreen. Estandarizar técnicas analíticas de laboratorio para medir cadmio en las distintas materias primas es en lo que estamos contribuyendo desde Agrosavia.
Es clave que cualquier nueva siembra se haga en suelos con bajos contenidos de cadmio, algo que se verifica con análisis de suelos para este propósito, que están disponibles en el mercado. En paralelo, desde Agrosavia también avanzamos con algunos aliados en la construcción de mapas con zonificaciones de cadmio que apoyen la planeación de este cultivo.
En la búsqueda de soluciones estructurales, nuestros investigadores están trabajando en formas novedosas de abordar esta problemática. Por un lado, contamos con resultados recientes que nos permiten identificar genes asociados a las proteínas que transportan metales pesados como el cadmio y hemos descubierto plantas que absorben muy poco cadmio en comparación a las que hoy usan los productores. Estos resultados nos animan y nutren nuestro programa de mejoramiento genético para desarrollar nuevos árboles que resuelvan el problema.
También aislamos un grupo de bacterias del suelo tolerantes al cadmio que comenzamos a formular como bioproductos que inmovilicen el cadmio del suelo precipitándolo en formas geoestables como por ejemplo la otavita, un bio-remedio para suelos problemáticos. Portafolio, 8 de agosto de 2018