La humanidad a lo largo de los años ha utilizado diversos materiales que se moldean y estiran fácilmente, sin romperse, pero lo que cambió el rumbo de la historia fue el invento de la baquelita en 1907, el primer plástico sintético producido en serie.
Como parte de los nuevos desarrollos surgieron los “microplásticos” que en algunos casos son microesferas invisibles al ojo humano, incluidas en detergentes, cremas exfoliantes, protectores solares, crema dental, ropa sintética, geles de ducha y un largo etcétera. En otros casos son pedazos pequeños que se originan al fragmentarse objetos más grandes.
La producción de plástico ha crecido de manera importante desde el siglo pasado, al punto que el Programa Ambiental de la ONU estableció que en 2015 se produjeron 400 millones de toneladas, de los cuales sólo se recicla el 9%, se incinera el 12% y el restante 79% va a parar a basureros o al medioambiente.
Se estima que cada colombiano consume 24-26 kg al año. A la luz de la información contenida en un estudio elaborado por la Universidad de los Andes y Greenpeace Colombia, en 2017 se produjeron en el país 60.000 ton de bolsas plásticas, 2.000 de pitillos y 23.000 de tapas plásticas, por citar sólo algunos ejemplos.
Como consecuencia de la lenta degradación (puede tomar varias décadas o cientos de años) y el consumo indiscriminado, especialmente de productos de un solo uso, cada vez se acumula más plástico en el planeta.
En el mar, donde se genera la mayor acumulación, se han identificado 7 islas de basura, cuyo mayor componente es el microplástico, la más grande puede medir varias veces el tamaño de Colombia.
Muchas especies marinas consumen microplásticos que se acumulan en su organismo, generando problemas de salud. Nosotros también los podemos estar consumiendo, porque algunos como las microfibras que se desprenden al lavar la ropa sintética, pasan los procesos de purificación, llegándose a encontrar incluso en el agua embotellada.
Con el plástico, al igual que con el Cambio Climático, llegamos a niveles insostenibles, que exigen poner en marcha programas integrales, que incluyan acciones de investigación sobre nuevos materiales que se degraden más fácil y rápidamente, normatividad para prohibir o disminuir el uso y un cambio en la cultura de los consumidores.
Producto de la investigación, ya hay en el mercado plásticos biodegradables, producidos con base en almidón, azúcar o aceites vegetales, bacterias o procesos petroquímicos, que se descomponen mediante compostaje.
En cerca de 60 países incluyendo a Colombia, se iniciaron acciones dirigidas a eliminar o disminuir el uso de bolsas plásticas y/o empaques de icopor. En nuestro país adicionalmente se está discutiendo un proyecto de Ley para prohibir a partir de 2025 los plásticos de un solo uso.
La UE a partir de 2021 está prohibiendo plásticos de un solo uso como platos y cubiertos desechables, pitillos, bases para copitos de algodón, ciertos empaques de alimentos y vasos de icopor; también van camino a prohibir la incorporación de microplásticos en cosméticos, pinturas, detergentes, productos médicos y de ganadería, entre otros.
Además del desarrollo de nuevos materiales y la expedición de normas por parte de los gobiernos, nuestra responsabilidad como consumidores es fundamental.
Debemos disminuir el consumo de bebidas envasadas en plástico y el uso de bolsas, utilizando sólo las que sean biodegradables, olvidándonos de los envases de icopor, pitillos y agitadores; también hay que reciclar el material plástico que no volveremos a usar. Estos pequeños cambios son un buen comienzo.
Nos corresponde actuar ahora, antes de que los 12 millones de toneladas de plástico que se estima habrá en 2050 estén regados por todo el planeta, obstruyendo las quebradas, los ríos y las redes de alcantarillado, enfermando los peces y aves marinas por haberlo consumido y tapizando las playas, los parques naturales y nuestro campo de materiales de todo tipo sin posibilidad de degradarse.