En Venezuela, dicho populismo prometía lo humano y lo divino, acabar con la pobreza, repartir riqueza y en general formar una sociedad igualitaria. Ocurrió lo contrario: la pobreza monetaria llegó al 96%, que luego el régimen repartió por todo el continente.
La riqueza del país más rico de América Latina quedó en manos de unos pocos, después de quebrar a empresarios y al sector productivo a través del exprópiese, exprópiese. El término igualdad solo fue un pretexto romántico para mantener en el poder al dictador y su sucesor, sabiendo que ninguna sociedad es verdaderamente igualitaria.
Hoy los nuevos populistas no solo prometen lo general, efímero e intangible a sociedades facilistas que buscan soluciones de muy corto plazo, sino que se enfocan en sectores específicos de la economía atacándolos a través de propuestas ligeras sin análisis técnicos o de impacto económico y social.
Ejemplos como la propuesta de colocar un impuesto ambiental de 15 mil pesos al mes por cabeza de ganado sin comprender la realidad de un sector en donde más de 330 mil familias tienen menos de diez bovinos, y en donde esos 15 mil pesos representan su ingreso disponible por animal, son propuestas sacadas de la manga, y que buscan aplausos llevándose por delante al sector que genera el 1,4% del PIB nacional y crea más de un millón de empleos.
No es diferente el Proyecto de Ley que hace tránsito en el Congreso de la República y cuyo objetivo es prohibir la exportación marítima de ganado en pie, y cuando me refiero a ganado no hablo exclusivamente de bovinos. Tampoco fue medido el impacto económico de esta propuesta, también salida de la manga, cuando dicha actividad le ha dejado ingresos al país por más de USD1074 millones solo en la última década, y de la cual dependen cerca de 410 mil familias en el país dedicadas a la cría y ceba de bovinos.
Además, la discusión debe ser honorable, y no recurrir a formas mediáticas tergiversadas, pues se han utilizado imágenes que no corresponden a la realidad nacional para generar opinión pública favorable a tal propuesta. Lamentable.
No resulta lógico entonces que mientras a las actividades licitas, que generan crecimiento y empleo, se les señala, ataca y restringe; a las ilícitas como la minería ilegal o la siembra de coca se les defiende y promueve.
Colombia tiene inmensas potencialidades para desarrollar actividades agropecuarias, pero aun seguimos en discusiones simplistas que no permiten a los sectores productivos progresar eficientemente. Sin embargo, las propuestas populistas se incrementarán y la sociedad en general debe ser analítica para no caer en lo ligero y antitécnico.