Precisamente por esa situación, el pasado 3 de octubre asistí a la Comisión Nacional de Fiebre Aftosa, convocada por el ICA con la participación de PANAFTOSA como instancia continental, con el fin de evaluar las acciones para recuperar el estatus. En esa reunión se plantearon dudas sobre el crecimiento del hato durante los últimos ciclos de vacunación, que Iragorri anunció como éxito de cobertura. De 22 millones de cabezas registradas por Fedegán y por el Censo Agropecuario, se pasó a ¡26 millones! en un año. Por ello, ante la necesidad de cifras claras, ofrecí la experiencia y capacidad del equipo técnico de Fedegán, operador durante 20 años del programa que logró la certificación internacional, no solo para apoyar el ciclo que iniciaba, sino para hacer un análisis cuantitativo, predio a predio, que requería, por supuesto, de la información predial, que el ICA entregaría con un compromiso de confidencialidad que suscribí como presidente de Fedegán. Solo Fedegán fue convocada a esa reunión porque la Comisión, creada por la Ley 395 de 1997, así lo determinó, pues Fedegán era considerada la entidad más representativa de la ganadería, hasta que el gobierno Santos, después de 50 años, decidió que no lo era y armó para ello una campaña de difamación. Esa es la realidad. Ahora paso al novelón que, ladinamente, alguien le contó a una periodista de la W, y a partir del cual la “mesa de trabajo” hizo afirmaciones aventuradas contra Fedegán. La reunión técnica, oficial y con invitados internacionales, se convirtió en secreta, y complotaria, para “cocinar” la entrega de la parafiscalidad a Fedegán, y su presencia única por mandato de la ley, en discriminatoria contra otras entidades, a las que se les empezaba a “hacer el cajón”. La entrega de información con finalidad eminentemente técnica, pasó a ser ventajosa y con oscuras intenciones de control sobre los ganaderos; el acuerdo de confidencialidad que se requería, se tornó en secretismo sospechoso; el ofrecimiento de apoyo técnico a través de personal altamente calificado, que hice también al anterior gobierno y fue despreciado, es calificado de tráfico de influencias, empalme camuflado y costosa contratación (6 personas por 6 millones mensuales). Me pregunto quién entregó la información y acomodó el novelón, y qué pretendía al inducir a un medio a tan fantasiosa interpretación de una reunión técnica y su posterior desarrollo para conjurar la crisis sanitaria. ¿Acaso desviar la atención del billonario negocio del contrabando y el entramado de corrupción en el ICA que lo permitió? Al otro día, el ministro respondió preguntas y explicó hasta la saciedad las decisiones y sus argumentos de legalidad, tanto sobre el novelón de la reunión técnica, como sobre el proceso de contratación de Fedegán. No obstante, a pesar de los esfuerzos del presidente Duque, la polarización persiste y, en medio de ella, la verdad no encuentra su justo valor. Queda la sensación de que no valen razones ni argumentos y que, por el contrario, se siguen rumiando persecuciones mezquinas, mientras se mira para otro lado frente a gravísimos hechos, como la pérdida del estatus sanitario y la billonaria y opaca contratación de un ministro de Agricultura. Parafraseando la cita bíblica, “quien no tenga oídos para oír, nunca oirá”.