Defender la economía es defender a Colombia. Defender a los empresarios de las agresiones y los desplantes constantes de Gustavo Petro es defender a Colombia. En el congreso nacional de los comerciantes que aconteció la semana pasada en Cali, eso fue lo que vi. Más que lo que vi, eso fue lo que viví. El Congreso Nacional de Fenalco es un evento de primera importancia social y económica para nuestro país. Siempre lo es. Allí se reúnen los representantes de centenares de miles de empresarios megagrandes, grandes, medianos, pequeños y micros. Desde los empresarios de las inmensas superficies a donde vamos a comprar de todo, hasta el panadero de la esquina que, si es del caso, nos atiende hasta con un tinto. Pasando por el señor de la droguería del barrio -que también es un empresario- y por la señora que sacó a sus hijos adelante vendiéndonos el repuesto de la moto. De hecho, en términos de comprender mejor su importancia social, es bueno saber que el 93 % de los empresarios que componen Fenalco son medianos, pequeños y micros. Si bien es cierto que los congresos de Fenalco siempre son importantes, no creo equivocarme si afirmo que este lo fue particularmente. Este fue un congreso distinto a los anteriores y distinto, también, a lo que uno escucha de los congresos de otros gremios. Alguien con bastante más sentido diplomático que yo diría que lo que pasó fue que este congreso estuvo marcado por el alto grado de “incertidumbre” que pesa sobre los empresarios a propósito del aumento desbordado de la inseguridad en todas partes o por los indicadores de una recesión económica que crece y crece o a causa del caos y la mediocridad que se han empotrado en los puestos claves de la administración pública. Y que ese alto grado de “incertidumbre” ha ido encendiendo las alarmas y está generando una gran preocupación gremial… etc., etc. No. A mi juicio eso no fue lo que ocurrió en el congreso de Fenalco. No encontré allí a unos empresarios sumidos en la “incertidumbre” sino, todo lo contrario, a unos empresarios decididos a asumir con claridad y valentía las certezas que ya tienen, las certezas que la realidad les ha ido mostrando a partir de las experiencias que han tenido que padecer a lo largo de este año de gobierno. “Incertidumbre” sí la hubo en su momento, fue la que hubo en el congreso de hace un año, en Cartagena, recién posesionado Gustavo Petro, cuando los dejó plantados sin explicación alguna. Ahora, lo que pude ver son las certezas. La certeza, por ejemplo, de que llegó a la Presidencia de la República un cambio de ideología que pasa por el despliegue de una rotunda hostilidad contra los empresarios. Entre los comentarios más recurrentes del evento, estuvo el del discurso de Gustavo Petro frente a los sindicalistas del Pacto Histórico, unos días antes, el 14 de septiembre, en el que acusó a los empresarios de ser los asesinos de los líderes sindicales y de los jóvenes, los últimos 50 años. La certeza de que estamos cayendo en una peligrosa desaceleración de la economía y de que dicha desaceleración no es por causas estructurales ni coyunturales de la economía sino por culpa de las conductas irracionales y dañinas del gobierno. La certeza de que, como dijo Cabal en su discurso: “Quizás el tema que más preocupa hoy a los colombianos es el incremento notorio en las ciudades, campos y carreteras, es decir en todo el territorio de la nación… En el total nacional, el 88 % de los colombianos sienten que la seguridad está empeorando, pero además de la ciudadanía en general y de los campesinos, los comerciantes están sufriendo el incremento inusitado de robos extorsión y secuestro”. La certeza de que Gustavo Petro es un presidente hostil con el Estado de Derecho, con los periodistas, con los empresarios, con las otras ramas del poder público, con las Fuerzas Armadas. La certeza de que las reformas legislativas del gobierno son un desastre y que, de probarlas, serían nefastas para el país. Luego lo que nos encontramos no fue a un gremio acongojado en la incertidumbre sino claro y valiente en las certezas. Esto fue precisamente lo que hizo de este congreso de Fenalco un congreso diferente. Distinto frente a su congreso anterior y distinto frente a algunos congresos de otros gremios. Estas certezas, que corresponden a la correcta caracterización de lo que significa Gustavo Petro, me parece que los condujo, como gremio, a escalar en nuevas certezas que resultan de una importancia inmensa para la defensa de nuestra democracia. Hay fragmentos del discurso de Jaime Alberto Cabal que son valientes y decididos: “Cambiar el rumbo y el futuro del país debe ser prioridad de los empresarios, y, en general, de los ciudadanos”… “Por estas circunstancias le hemos dado especial preponderancia, en este congreso, al futuro de nuestra democracia y a la gran importancia de las elecciones regionales y locales, que se realizarán el próximo 29 de octubre”… “Tenemos que trabajar en la creación de una cultura ciudadana y empresarial de participación en política, no en politiquería, y de responsabilidad con el desarrollo de las regiones y el país”. Certezas estas, todas, de una importancia enorme. Certezas que quieren decir que estamos comenzando a ver en los gremios una mayor determinación de ir más allá de la defensa de sus intereses de sector, de no limitarse a lo que podríamos denominar una acción nada más que reivindicativa de los intereses empresariales. Yo respeto y aprecio el trabajo que han venido realizando líderes gremiales de la talla de José Félix Lafaurie en Fedegán y de Bruce Mac Master en la Andi. Es importante que comprendamos los esfuerzos tan difíciles que han tenido que hacer para enfrentar las agresiones permanentes de este gobierno. La defensa de la democracia requiere que los ciudadanos respaldemos y fortalezcamos a los gremios cada vez más. Son instituciones de la sociedad civil imprescindibles en la faena de la defensa de la democracia que tenemos enfrente. De la misma manera que debemos exigirles cada vez más a aquellos gremios que han venido brillando por su ausencia y por su silencio. Exigirles solidaridad y responsabilidad con nuestro país. No pueden seguir aduciendo el miedo como justificación de la indiferencia y el mutismo. Empresarios y gremios que cometen el error de creer que es posible defender sus empresas desentendiéndose de lo que le ocurra a Colombia. Empresarios y gremios que cometen el error de creer que si callan y le muestran sumisión y reverencia a Gustavo Petro, éste los va a tratar, aunque sea, un poquito mejor que al resto. Empresarios y gremios que no han querido entender que entre el miedo y la cobardía debe haber un límite y que entre la dignidad y la indignidad hay otro límite, aún más grande y marcado. Por eso los colombianos debemos valorar tanto el paso de claridad y valentía que ha puesto como ejemplo Fenalco. Podríamos decir que Fenalco dio el paso hacia trascender su liderazgo gremial tradicional para escalar hacia un liderazgo cívico, hacia un liderazgo de toda la sociedad. Paso que necesitamos en estos momentos en que todos debemos salir a defender nuestra democracia y nuestra economía. Paso que necesitamos que lo den, ojalá todos los gremios. Los colombianos necesitamos con urgencia que surjan liderazgos fuertes y confiables. Sabemos que esos liderazgos no van a ejercerlos los partidos políticos. Están demasiado descompuestos y demasiado desprestigiados. No podemos esperar que la defensa de nuestro país dependa de ellos. Pero repito: necesitamos el liderazgo de instituciones fuertes que nos lideren en la defensa de nuestra Constitución, de nuestra democracia y de nuestra economía. No podemos perder el país. Dios quiera que los gremios asuman la tarea. Gracias Jaime Alberto, gracias Fenalco.