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columna

El injusto comercio internacional

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969

A nuestra autoridad sanitaria y comercial, así como a la ambiental, les falta mostrar los dientes. Las barreras paraarancelarias no sólo se deben aplicar en una dirección. Estamos en mora de hacer valer el tema de la reciprocidad.

A pesar de mantener vigente un Tratado de Libre comercio con la Unión Europea (UE) desde 2013, su aprovechamiento ha sido mínimo, y no precisamente por la falta de interés y gestión de los productores colombianos para llegar a tal mercado, sino por las restricciones no arancelarias cada vez más rígidas que impone esta zona comunitaria.

Vale recordar que, en 2023, y luego de realizar su programa de auditorías, que incluyó al sector lácteo colombiano, la UE mantuvo su decisión respecto a que leche, derivados y alimentos compuestos que incluyan lácteos de origen colombiano no puedan ingresar al territorio europeo, teniendo en cuenta su Plan de Monitoreo de Residuos Químicos. En otras palabras, cualquier producto de origen colombiano que incluya lácteos no podrá utilizar leche colombiana para lograr su ingreso al mercado europeo.

Ahora, hay que tener en cuenta que en el comercio internacional hay reciprocidad, por lo cual nuestras autoridades sanitarias y de alimentos también deberían estar llevando a cabo sus respectivos planes de auditorías para determinar si la leche y derivados que se están importando cumplen con los requisitos técnicos y sanitarios que exige el país.

Y no tiene que ver exclusivamente con la UE, pero si existen bastantes quejas de entrada de leche en polvo con fechas próximas al vencimiento, e incluso con entredichos sobre el origen de su producción. Por ejemplo, entre enero y octubre de 2023 se importaron 6.133 toneladas de leche en polvo entera desde Bolivia ¿cuál es el nivel de producción de leche de Bolivia, su capacidad de pulverización? ¿Y además cómo logra hacer más barata su comercialización frente a la leche doméstica nuestra? ¿Se ha auditado tal origen?

Además, frente a otros orígenes, en otros acuerdos bilaterales se debería estar monitoreando y auditando por parte de las autoridades comerciales si existen subsidios directos y subvenciones a la producción. Evidentemente a nuestra institucionalidad sanitaria y comercial le falta mostrar los dientes.

Pero también a nuestra autoridad ambiental. Solo hay que recordar que la misma UE impuso medidas para que a su territorio no puedan ingresar productos, especialmente agropecuarios, que hayan sido obtenidos en zonas donde se practique la deforestación. Eso está bien. Sin embargo, en el ánimo de la reciprocidad total, vale la pena evaluar, por ejemplo, cuál es la tasa de deforestación, la huella de carbono y la huella hídrica de los autos eléctricos que produce la UE. Claro, un buen número de sus plantas automotrices se encuentran fuera de territorio europeo en donde no aplica la normativa, y además la agenda de sostenibilidad y medio ambiente han colocado en un punto muy preciado a la producción de autos eléctricos, pero la realidad es otra.

Es notorio que hoy existen nuevas formas de conquista y colonialismo, una de ellas a través del comercio, y resulta curioso que políticamente las regiones del mundo que más promulgan los principios liberales y democráticos sean los que menos lo practiquen en el ámbito comercial, incluso teniendo Tratados de Libre Comercio.

Al contrario, países como China, en donde no existe algún acuerdo comercial, nos abren las puertas en pro de la cooperación. Hay que ver efectivamente cómo se revalúan las políticas comerciales, lo que sin duda pasa porque nuestras autoridades e institucionalidad sea más estricta frente a lo importado, a lo que típicamente le colocamos el tapete rojo.