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También son atracados. Les roban sus pocas pertenencias y los diez mil pesitos que llevan. Tampoco importa si son jóvenes o ancianos. Ni que decir de ganaderos con mayores recursos para quienes además la extorsión y el abigeato, es pan de cada día.
Este tema, el de la urgencia de tener seguridad en el campo, es el clamor de los ganaderos de diferentes regiones del país.
La petición unánime que hacen los ganaderos al Gobierno, es que restablezca las condiciones para que puedan trabajar en sus predios. Sin un entorno de seguridad y confianza es imposible invertir o siquiera hacer mantenimiento de las fincas. Cualquier movimiento que se observe en los predios rurales, desde la prendida de un tractor, ya despierta el interés de estos grupos, para quienes no existe el castigo de la justicia.
Pero además las gentes que están al margen de la ley invocan “el derecho al trabajo”, para habilitar un entorno que les permite cometer sus fechorías. Esto se ha vuelto en un arma de doble filo que se utiliza para controlar el acceso a fincas, mirar quien transita en las carreteras, etc.
Hoy vuelve la época oscura de delincuencia, y con ella se vislumbra el aumento de secuestro y los asesinatos. Así lo han denunciado muchos ganaderos a Fedegán en los “Foros regionales ganaderos visión 2014-2018”, que con gran acierto y pertinencia, está realizando el Gremio cúpula de la ganadería con el objeto de que los ganaderos participen activamente en los Consejos Seccionales de Desarrollo Agropecuario (CONSEA) y los Consejos Municipales de Desarrollo Rural (CMDR), para buscar financiamiento de proyectos de interés para el gremio ante estas instancias. La convocatoria busca, además, fortalecer la institucionalidad y defender la parafiscalidad ganadera frente a la destrucción de institucionalidad gremial que se observa en el país. (Editorial: El llamado es a participar)
El creciente aumento de la inseguridad también se refleja en la Encuesta de Opinión Ganadera. Este sondeo, que Fedegán realiza trimestralmente a una muestra panel de ganaderos de todo el país, señala el fuerte deterioro que el país registra en este frente, pues en 2010 la percepción del deterioro de seguridad solo era considerada así por el 11% de los productores, pero en 2011 se disparó al 67,6% y en 2013 al 71,3%. Tristemente se está evidenciando que hay un gran abismo entre las percepciones del Gobierno y la realidad que se vive en nuestros campos.