Más de la cuarta parte del Senado quedó en tres departamentos pequeños. Eso sí es robar en grande.
Vano resultaron todos los esfuerzos para averiguar lo que pudiera decir la palabra “chocorazo” en lengua castellana. Ni rastro de ella, ni siquiera en diccionarios etimológicos que nos sirvieran de aproximación al término. El chocorazo es cosa enteramente nuestra. Pero tan universal y expresiva que no habrá un lector que no sepa, exactamente, a qué estamos haciendo referencia, es decir, al impúdico fraude del 9 de marzo, a las elecciones más sucias que el país ha sufrido en tanto tiempo, pues que en nada se comparan con otras.
Pero qué le vamos a hacer. Lo primero que en una democracia decadente se pierde es el pudor y cada partido tiene, para cada momento, los jefes que merece. Este robo electoral se ha hecho sin antifaz ni rubor. Parecería que el ladrón no ha tenido el gesto cortés de taparse la cara. Al contrario, no solo roba, sino que hace alarde del robo y lo robado.
Tenemos la prueba del fraude y la vamos a compartir con ustedes. Y no ha sido lograda de noticias encubiertas o de revelaciones extraordinarias. Nuestra prueba viene de lo que se llama la inteligencia visible, que suele ser más espectacular y concluyente. Vamos a ella.
Empecemos por un hecho insólito. Cada partido político tiene los héroes y los jefes que se merece. Y puestos a elegir entre los grandes triunfadores de estas putrefactas elecciones, a nadie le cabría duda de cómo sus gestores principales son dos personajes del Partido de la U, naturales del Departamento de Córdoba y que extendieron sus alas de murciélago sobre todos los departamentos de la Costa y que aún tuvieron la osadía de posarse en Antioquia. Se llaman Musa Besaile Fayad y Bernardo Miguel Elías Vidal, a quien cariñosamente apodan el Ñoño.
No se fatigue la memoria, ni se sienta apocado, lector querido. Usted no recuerda esos nombres, porque no tiene motivo. Contestan a lista en el Congreso y agotan su tarea. Nadie les ha oído una oración completa, ni han intervenido en un debate, ni entre los dos suman una cuartilla escrita. Simplemente son eficaces en el arte maldito de reclutar votos sombríos.
Ahora caemos en cuenta de que sí puede usted recordarlos. Cuando se publicó la lista y detalles del más grande peculado cometido en Colombia, el de la enmermelada de Santos a su Congreso, aparecieron como campeones en el recibo de aquella repugnante merced. Y ello por razón obvia. Porque el fraude se comete con los más capaces de aprovecharlo en beneficio de los autores.
Pues Besaile y el Ñoño montaron sus cuarteles en todos los rincones de la Costa y ejecutaron con primor su cometido. Consiguieron tantos votos, que lograron, con los buenos oficios de la Registraduría, convertir en victoria la apabullante derrota que sufría el Partido de la U, el del presidente, para que hablemos claro. Y tenemos la prueba de inteligencia visible o descubierta. La anunciamos y vamos a enseñarla.
Con estadísticas oficiales en la mano, les contamos que entre los departamentos de Atlántico, Córdoba y Sucre, se comprende el 9% de la población de Colombia, regalándole unas décimas a la cuenta. Pues pásmense ustedes. En esos tres departamentos, electoralmente perezosos por vieja tradición, ha aparecido el 26%, más de la cuarta parte, de todo el Senado de la República. Atlántico tiene el 5% de la población del país y eligió 10 senadores; Córdoba, con el 3% de la población eligió 9 senadores; y Sucre eligió 7 con el 2% por ciento del censo nacional.
Santos no es dueño de la U. La U le pertenece a Musa y a Ñoño. Y Musa y Ñoño son los nuevos dueños del Congreso. Que no se nos olvide: con la participación eficaz de otro patriarca. Se llama Yahir Acuña y de sobra es conocido de autos. Hasta para los chocorazos hay que tener cierta elegancia. El Presidente Santos no la conoce.