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columna

El ecologismo superchero de Petro es la artimaña para hacer superchería marxista

por: Carlos Alonso Lucio- 31 de Diciembre 1969

Tan torpe inmoral y suicida es el negacionismo de la amenaza del Calentamiento Global como el ecologismo supersticioso y oportunista de convertirlo en una ideología

Le escuché con mucho cuidado su conferencia al presidente Petro en Sciences Po, la icónica escuela de ciencias políticas de París. En ella, él despliega todo el largo y todo el ancho de su verdadera ideología. Por eso recomiendo verla; verla varias veces y, ojalá, estudiarla con el mayor número de diccionarios posible.

Petro no es un ecologista, Petro es, fundamentalmente, un marxista.

Esta afirmación rotunda no es ofensiva ni pretende serlo. Por el contrario, se trata de la identidad que más le merece orgullo y autoestima intelectual al presidente. Para él, el marxismo es la teoría que permite la interpretación y la transformación verdaderas de las sociedades.

Lo que pasa es que hay quienes que no lo han leído o no lo han entendido cuando habla.

Él no se cansa de repetirlo. En sus tuíteres ha dicho que su verdadera esencia es la del “partisano”, a decir la de los comunistas italianos de la época de la Segunda Guerra Mundial. En su libro autobiográfico que publicó durante la campaña presidencial lo expone con todas las letras cuando se ufana de estudiar El Capital desde cuando era un niño de ocho años hasta hoy; en el último capítulo intenta una especie de utopía marxista postmoderna. Y ahora que, en su conferencia en Sciences Po, hace el despliegue total y definitivo de su planteamiento basado en el Materialismo Histórico para concluir que la salvación de la Humanidad pasa por acabar con el capitalismo.

Voy a hacer una síntesis de su planteamiento ideológico para facilitar su comprensión.

Para Petro el verdadero responsable del Calentamiento Global es el Capitalismo. Luego el único camino que queda para salvar a la Humanidad es acabar el Capitalismo. No hay otro camino, según él. Este es el núcleo de su ideología.

No hay que dar muchas vueltas para interpretar al presidente Petro. Con creerle que lo que dice es lo que piensa, bastaría.

Cuando planteo que a Petro es bueno escucharlo teniendo al lado unos buenos diccionarios lo hago por la sencilla razón de que a él le dio por hablar en una especie de sánscrito. Hablar a estas alturas el lenguaje del Materialismo Histórico para abordar los temas de la Economía Política es como hablar en sánscrito. Algo así como si la Iglesia católica echara por el piso su Vaticano II y le diera por volver a celebrar las misas en latín.

No crean que exagero cuando empleo algún tipo de lenguaje religioso para referirme al marxismo. De hecho, el marxismo es una especie de religión; al punto que diversas corrientes de la sociología y las ciencias políticas lo incorporan en la categoría que denominan “religiones seculares”. Existen varios elementos que concurren en el marxismo que hacen que trascienda su condición de ideología y se adentre en el campo de las religiones.

La primera característica que tiene de religión es que parte de un pecado original como premisa. La segunda, que tiene su propia versión de apocalipsis. La tercera, que tiene su versión de paraíso. La cuarta, que tiene su concepto de redención. La quinta, que tiene su modelo muy particular de apostolado.

Permítanme hacer, esta vez, una síntesis “teológica” del marxismo según Petro.

El Hombre –ellas, ellos y elles– vivió alguna vez en el paraíso hasta que se dejó tentar por la serpiente de la Acumulación Primaria de Capital que los llevó a caer en el Pecado Original: la Propiedad Privada. La Propiedad Privada es el Pecado Original porque a partir de allí se dio la “explotación del hombre por el hombre” ejercida por los pecadores empresarios que acabaron con la felicidad que vivían las comunidades primitivas. Ahora último nos hemos dado cuenta, también, de que estamos ante un peligro que ni siquiera Marx alcanzó a prever: el nuevo apocalipsis del Calentamiento Global que va a acabar con la vida en el planeta. El apocalipsis del Calentamiento Global tiene su origen en el crecimiento económico desbordado que promueven los empresarios pecadores para saciar a la sociedad de pecadores consumistas. La única forma, entonces, de salvarnos del apocalipsis climático es redimiéndonos del Pecado Original acabando con el capitalismo y sus empresarios mediante el camino redentor del marxismo. Por eso hay que tocar las trompetas del profeta Marx y de sus apóstoles Lenin, Stalin, Gramsci, Guattari, Negri, Chávez… y obviamente Petro.

Esta es la síntesis de la narrativa marxista de Petro, quien siente que con ella se ubica entre los grandes pensadores-redentores de la Economía Política mundial. Esperemos que la ambición desmesurada por hacerse a un Premio Nobel de economía no nos vaya a costar más caro aún que lo que nos costó el Premio Nobel de paz de un presidente anterior.

Lo preocupante de todo esto es que los que conocemos los países que han tenido que vivir las experiencias marxistas sabemos que han terminado pagando las peores consecuencias de esa locura política, económica, cultural y psiquiátrica pavorosa.

Una locura que desde que nació decidió engrupir a la gente con el cuento de llamar ciencia a lo que es pura superstición. El ecologismo de Petro es un ecologismo supersticioso, propio de la religión secular que profesa. Por eso hace hasta lo imposible por insistir en que se ampara en la ciencia cuando lo que está haciendo es desfigurar el trabajo de los científicos verdaderos que están dedicados a resolver la amenaza del Cambio Climático. El peor daño que alguien podría ocasionarle a la lucha contra el Calentamiento Global es convertirla en una ideología. Pues bien, los marxistas están empeñados en hacerlo.

Tan torpe, inmoral y suicida es el negacionismo que desconoce la amenaza vital que constituye el Calentamiento Global como el ecologismo supersticioso y oportunista que pretende convertirlo en una artimaña ideológica para empecinarse en su religión marxista.

¡Dios nos salve!