Las 679 empresas acopiaron en 2014, según cifras de Fedegán, obtenidas con base en la Cuota de Fomento Lechero, 3.165 millones de litros de leche fresca (47,1 % del total de la producción), lo que daría, en promedio, que cada empresa acopió 4.7 millones de litros al año.
Pero como la estadística suele ser distante de la realidad (“Si ud. se come un pollo y yo no como nada, en promedio cada uno de los 2 nos hemos comido medio pollo”), resulta que una sola empresa procesadora –Colanta–, adquiere el 28 % del total de acopio formal, que equivale a 881,3 millones de litros (cifras 2014).
Si se agrega el de Alpina (11,7 %) y el de Alquería (9,1 %), estas tres adquieren el 48,6 % de la leche. Ahí radica el desequilibrio de poderes: 3 empresas compran cerca del 50 % de la producción de leche producida por los ganaderos.
No resulta difícil entender quién manda en el mercado, como tampoco prever que la suerte de los productores pende del manejo administrativo y financiero de estas empresas. A la industria trasformadora le resulta fácil socializar las pérdidas por riesgo cambiario y envilecer el mercado interno con enlechadas.
Si se analiza el tema por la agremiación que los representa, Asoleche –en la que curiosamente no está Colanta–, allí tienen asiento 27 empresas que acopian 1.324 millones de litros de leche, es decir, el 42 % del total. Surge entonces una pregunta: ¿Es esta asociación, representativa de los procesadores de leche, toda vez que solo tiene 27 miembros de 679? Las cuentas nos dicen que tiene menos del 4 % de representatividad. Y si sumamos Colanta, esta, no va más allá del 4,2 %.
De todas maneras la concentración del mercado es gigantesca, pues las empresas que tienen asiento en Asoleche compran el 42 % y con Colanta este porcentaje se eleva a 70 %.
Como si esta situación no fuera suficiente para generar un entorno de inequidad –o asimetría– ahora los transformadores, haciendo uso de ese poder, quieren que los ganaderos les entreguen a mitad de precio la leche para que ellos puedan exportar so pretexto de que la leche en Colombia tiene muy altos costos, y apropiarse del manejo de la Cuota de Fomento Lechero.
No se puede olvidar que estos recursos son aportados por los ganaderos y que Fedegán, por mandato de Ley los ha invertido, a través del Fondo Nacional del Ganado, en campañas sanitarias para erradicar la fiebre aftosa y la brucelosis y en programas de capacitación y mejoramiento de la productividad del hato.
Los ganaderos no pueden permitir que sus recursos sean manejados por quienes no los han producido. Recursos que por demás no han sido colocados por todos los ganaderos. Hay un grupo que por ley, quedó exento de pagar cuota de Fomento Lechero. Son los cooperados. Colanta, no paga esta cuota, lo que equivale a un 20 % de la producción que no aporta.
Otras cifras muestran el grado de desequilibrio que existe. Las 10 empresas más grandes transformadoras recibieron, en 2014, $6.7 billones por ingresos operacionales, es decir, cada una generó en ingresos operacionales $670 mil millones. Pero la realidad es que Colanta recibió $1.9 billones, Alpina, $1.7 billones; y Alquería, $0.7 billones. ¡$4.3 billones entre las 3 empresas! En el entretanto, cada uno de los 350 mil ganaderos recibió en promedio, $8.2 millones.
En fin, cuando de intereses se trata, es muy fácil “mirar la paja en ojo ajeno”, para no ver la “viga que se tiene en el propio... Ojo, el manejo del desequilibrio de poderes, está a la orden del día.