Seguramente sea pretencioso el título de este escrito, pero dentro del respeto a las creencias de cada persona, las mías sí se enmarcan en creer en Dios, así como también creo en el mercado. Ser economista y no creer en el mercado sería idéntico a ser físico y no creer en la materia o en la energía.
Precisamente porque creo en el mercado entiendo de las verdades de la oferta y la demanda. Cuando la producción de un bien no alcanza a cubrir la demanda total, los precios tienden al alza. Un claro ejemplo es lo que ocurre hoy con las vacunas para contrarrestar la Covid19: todos los países necesitando vacunas y pocos laboratorios produciéndolas, lo que traduce en precios hacia arriba en la lucha por acceder a ella.
Al contrario, cuando existe más oferta de la que los compradores están dispuestos a adquirir, los precios tienden a la baja, como ocurre con la comercialización de leche entre nuestros ganaderos y la industria láctea dependiendo la época del año.
No es diferente en el precio actual de los novillos gordos en Colombia, y vale la pena hacer memoria antigua y memoria reciente. Empecemos por la memoria antigua enfocándonos en agosto de 2009 cuando el mercado venezolano decidió cerrar: El precio nominal del novillo gordo se desplomó en más de $850 por kilo en menos de cinco meses ante la imposibilidad de colocar la oferta de carne o animales en pie en el vecino país. En otras palabras, en ese pequeñísimo periodo se perdió el 24% del ingreso del ganadero.
Pasaron cuatro años, hasta 2013, para que el precio nominal del kilo en pie volviera a estar en los niveles de 2009: cuatro años de ingreso deteriorado.
Bien vale ahora hacer memoria reciente. Vámonos a junio de 2018, tres meses antes de la pérdida del estatus sanitario. El promedio de precio del kilo en pie del novillo gordo llegaba a $4.844 y la perspectiva hacia adelante era buena. Pero apreció la aftosa, cerraron mercados y en febrero de 2019 el precio de nuevo se había desplomado en más de $680 por kilo. Son las reglas del mercado.
Pasaron 28 meses, es decir hasta octubre de 2020 para que el precio nominal de nuevo estuviera en el nivel de junio de 2018. Otros dos años largos de ingreso deteriorado para el ganadero, época en la que el precio de la carne al consumidor nunca bajó a pesar de tener materia prima más barata.
Hoy, ante la buena dinámica en las exportaciones de bovinos en pie y carne registrada en 2020 e inicios de 2021, el precio nominal del novillo gordo simplemente recoge la tendencia que se presentaba hasta antes del problema aftoso y la pérdida del estatus sanitario. Sencillamente el mercado está volviendo a su tendencia de mediano plazo.
Ahora bien, si el análisis lo hacemos en precios reales hoy seguimos por debajo de lo que se le pagaba al ganadero en junio de 2018; es decir, para poder afirmar que verdaderamente se ha recuperado el ingreso del productor aun debería subir algo más. Por supuesto, algunos análisis “convenientes”, registran la subida de precio desde el punto de mayor de depresión del precio por cuenta de la pérdida del estatus sanitario.
Lo mejor de todo es que comparativamente el precio del novillo gordo aun tiene margen para ir hacia arriba y seguir siendo competitivo frente a sus principales competidores mundiales. El ganadero ha hecho la tarea, y el mercado manda.
@ojcubillosp