El tránsito del modelo socialista venezolano hacia el comunismo anacrónico de Cuba de los años sesenta se fundamenta en la destrucción de su base industrial y empresarial. Los asfixiantes controles cambiarios, laborales y de precios, sumados a las expropiaciones arbitrarias y las compras forzosas hacen parte de un proceso sistemático para derruir por completo la actividad fabril y comercial de las multinacionales y de las empresas privadas de capital venezolano, a fin de consolidar la ‘economía del común’ y del ‘buen vivir’, es decir, del modo de producción comunista. La Confederación Venezolana de Industrias (Conindustria), la principal organización gremial industrial del vecino país, estima que por lo menos 8.000 empresas han cerrado sus operaciones en los últimos 20 años. Según el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), Venezuela expropió, confiscó o adquirió forzadamente 1.440 compañías en la última década en el sector de alimentos, industria, minero, construcción, banca, comercio y servicios. Hace 10 años, Venezuela nacionalizó la explotación de hidrocarburos en la Faja Oriental del Orinoco, los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas y exigió la constitución de compañías mixtas con mayoría accionaria estatal para poder continuar con la exploración y producción de gas y petróleo. ExxonMobil y ConocoPhillips rechazaron, con dignidad, esta exigencia y procedieron a demandar al Estado venezolano. Chevron, Phillips 66, Repsol, Statoil, Total y Valero Energy optaron por aceptar, sin remilgos, el nuevo modelo oficial de explotación impuesto por Venezuela, a cambio de condiciones de operación y rentabilidad favorables. Desde entonces, estas transnacionales apoyan y financian, en compañía de la banca estatal china y la petrolera rusa Rosneft, el comunismo venezolano. De acuerdo con un artículo reciente del Harvard Business Review, que analiza el éxodo de las multinacionales de Estados Unidos del mercado venezolano, la mayoría de estas empresas han huido en los últimos tres años por las crecientes dificultades para repatriar sus utilidades; la imposibilidad de importar materias primas y productos terminados; las dificultades para recibir el pago de los socios locales, incluido el Estado venezolano, y las expropiaciones gubernamentales. La lista de multinacionales que paralizaron o cancelaron sus operaciones en Venezuela por las mismas razones comprende al Banco de Santander, Bridgestone, Cargill, Cementos Andinos, Coca-Cola, Colgate, Clorox, Comercializadora de Azúcares y Mieles S.A., Ciamsa, Almacenes Éxito, Ford, General Motors, General Mills, Liberty Mutual, Mondelez, Nestlé, Procter & Gamble, Kimberly Clark, PepsiCo, Saint-Gobain Performance Plastics Europe, Hilton, Lafarge y Holcim. Decidieron suspender sus vuelos Aeroméxico, American Airlines, Air France, Aerolíneas Argentinas, Air Canada, Avianca, Delta, Gol, Iberia, Latam, Lufthansa y United Airlines. La dosis terminal de expropiaciones y nacionalizaciones también abarcó las empresas venezolanas como Agroisleña, Automercados Cada, Compañía de Teléfonos de Venezuela, Electricidad de Caracas, Industria Nacional de Artículos de Ferretería, Lácteos Los Andes, Matesi, Mercantil Molinos Nacionales, Polar, Sidor, Silka, Teleférico de Caracas y las 6 plantas y los centros de recolección de chatarra de la Siderúrgica del Turbio y Sidetur. ¡Peor imposible! Portafolio, Bogotá, 12 de septiembre de 2017
Destrucción industrial de Venezuela
Por Andrés Espinosa Fenwarth - 20 de Septiembre 2017
El tránsito del modelo socialista venezolano hacia el comunismo anacrónico de Cuba se fundamenta en la destrucción de su base industrial.