Santos suena como una versión desconectada: falso y hueco.
Desconectado es un modo de grabar interpretaciones de artistas llenos de energía en sus conciertos. Un desconectado produce una música que suena diferente pues le falta la chispa propia que produce el ambiente siempre especial de los fanáticos llenos de entusiasmo. El desconectado es artificial, frio y carece de emoción. Desconectado parecía el país con respecto a la ceremonia del Nobel de la paz. Solo los medios enmermelados daban a entender que este era uno de los momentos grandes de la historia nacional. En el avión presidencial iban personas cuestionadas como Samper o Teodora. También periodistas que han perdido toda dignidad y ni siquiera simulan buscar la verdad con independencia. Obvio estaban los negociadores que creen que el premio debería ser para ellos. Iban secuestrados de la Farc que olvidaron que su libertad se la debían a Uribe y no al Nobel. Como siempre varios lagartos, sapos, sapitos y sapotes. Pero a la mayoría de los colombianos los viajes de Santos al exterior les producen rechazo como cuando se vanagloriaba de ser el único colombiano invitado a dormir en el Palacio de Buckingham mientras en Colombia los niños morían de hambre en la Guajira. O cuando invocó su enfermedad para ir a recibir un premio otorgado por una organización a la que desde hace años le consigue recursos para su financiación. Un premio en Noruega, un país con el que no tenemos nada en común, recibido por un presidente impopular que desacató el mandato de la mayoría de su pueblo, no es sino un reflejo de lo desconectado que el santismo está del país. Porque Santos tiene el poder de un dictador pero le falta, como a todo dictador, la legitimidad. A los colombianos les molesta que sus presidentes viajen en exceso porque entienden que es el reflejo de un gobierno que dilapida sus recursos para luego exigirles más impuestos. Santos está tan desconectado de la realidad de los colombianos que celebra en las redes sociales la aprobación de la reforma tributaria o considera que la caída de la producción es una buena noticia porque permitirá bajar la tasa de interés. ¿Será que esperaba que la gente saliera a las calles a celebrar que les subieron el IVA? Santos suena como una versión desconectada: falso y hueco. Kienyke, Bogotá, 13 de diciembre de 2016