Sería miope desconocer que la desigualdad en Colombia es uno –sino el principal– de los problemas que como país debemos solucionar, si queremos construir una nación con oportunidades para todos, tanto en las ciudades como en el campo.
Las protestas pacíficas que abogan por mejores condiciones para un país, en el que la pobreza golpea al 42,5 % de la población, como lo reveló hace poco el DANE, son válidas y necesarias para una sana democracia. Lo que no puede suceder es que esas expresiones se deformen y terminen por afectar a los más necesitados.
Los bloqueos en las carreteras de Colombia, que cumplen ya varios días, nos están golpeando a todos. Medicamentos, alimentos y demás artículos de primera necesidad no están llegando a quienes los necesitan, con lo que se pone en riesgo la vida y subsistencia de familias y comunidades enteras.
Los agricultores, por ejemplo, están arrinconados, viendo cómo los esfuerzos de su trabajo se diluyen ante la incapacidad de vender sus cosechas o de acceder a los insumos necesarios para nutrir y proteger a sus cultivos.
Es desgarrador ver cómo familias enteras buscan de manera desesperada algún camino para poder llevar sus cosechas a los mercados. Es impactante -por decir lo menos- observar a los productores del campo desechar sus cosechas, ante la imposibilidad de ofrecerlos a los consumidores.
El diálogo es, sin lugar a duda, la herramienta ideal para construir acuerdos y llegar a los consensos que urgen en Colombia. Los acercamientos entre las partes ya están andando y anhelamos, de corazón, que comiencen a dar frutos cuanto antes.
Pero, mientras tanto, es urgente que se levanten los bloqueos para que millones de personas, entre ellos los agricultores, puedan retomar sus actividades para recibir los ingresos con los que viven ellos y sus familias. Por ellos y por todos aquellos que están en riesgo por cuenta de los bloqueos, hacemos un sincero llamado desde Procultivos ANDI: ¡Basta, por favor! ¡Desbloqueen las carreteras!