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columna

Congreso castrado y suicida

por: Abelardo De La Espriella- 31 de Diciembre 1969

Las actuaciones del Congreso son consecuencia de la decadencia que, desde todos los puntos de vista, padece esa célula del poder público, especialmente en lo atinente a la condición humana e intelectual de sus ‘honorables’ miembros.

Las actuaciones del Congreso son consecuencia de la decadencia que, desde todos los puntos de vista, padece esa célula del poder público, especialmente en lo atinente a la condición humana e intelectual de sus ‘honorables’ miembros.   El Congreso de Colombia se ha caracterizado, en los últimos años, por legislar en contra de los intereses de la sociedad y, en ocasiones, de los suyos propios. Valga decir que las actuaciones del Congreso son consecuencia de la decadencia que, desde todos los puntos de vista, padece esa célula del poder público, especialmente en lo atinente a la condición humana e intelectual de sus ‘honorables’ miembros. Con contadas excepciones, la rama legislativa es el lugar al que, de lejos, llega lo peor de nuestra política, y, en consecuencia, no resulta caprichosa la percepción que de ese ‘antro de la democracia’ tiene la ciudadanía.

Antaño, ser senador o representante era un verdadero honor, reservado para los mejores; hoy, una vergüenza inocultable, un lastre que se carga como la letra escarlata, y que recae en cabeza de los más mediocres y pusilánimes, de aquellos que no sirvieron para otra cosa. El Congreso se ha convertido en un recicladero de toda clase de alimañas que tienen, como único propósito, enriquecerse con los contratos manejados por sus socios: los oscuros contratistas que desangran el erario.   La proclividad del Régimen a sobornar y a comprar apoyos con la sucia ‘mermelada’ ha disparado la codicia de la mal llamada Unidad Nacional a niveles inimaginables: nunca antes tantas conciencias (si es que algún día las hubo) habían estado a la venta en el Congreso.   En el Partido Conservador, pasaron de Laureano Gómez a Laureano Acuña; en el Liberal, de Gaitán a Serpa; la cara de mostrar, en La U, es Roy Barreras, y la renovación del órgano legislativo, una señora que grita más que loca nueva. Si eso es lo que hay, no puedo imaginar un futuro promisorio; todo lo contrario: con la clase dirigente que tenemos, el país está abocado al desastre.   El genuflexo Congreso de Colombia patrocina por estos días el entierro de la República y, por supuesto, también el suyo propio, además del mayor asalto a la institucionalidad que jamás se haya visto, todo ello por la vía del fast track. Por cuenta de ese mecanismo inconstitucional están haciendo desastres, para favorecer al Régimen y a la guerrilla (que ahora son lo mismo), sin entender que los primeros que van a caer son ellos mismos: los congresistas.   ¡Despierten, señores, y antepongan la salud de la Patria a los dividendos de la ‘mermelada’! Ya que poco piensan en la gente, al menos consideren lo que están haciendo porque ustedes serán los primeros descabezados. No apelo a su bondad, señores, para que hagan lo correcto, sino a su egoísmo, que es lo que los caracteriza.   La Ñapa I: Pilas, Nicolás Maduro, con Leopoldo López. Cuídalo y protégelo como a un tesoro, porque puede ser el florero de Llorente que derroque tu régimen infame.   La Ñapa II: Gustavo Petro y sus amigos quieren tumbar a Peñalosa, porque el alcalde de Bogotá no ha podido, en un año, resolver el desastre que dejó la izquierda después de 12 años de desgobierno. Cinismo al máximo nivel.   La Ñapa III: ¡Mis parabienes a Álvaro López, nuevo rey de reyes del Festival de la Leyenda 2017!   abdelaespriella@lawyersenterprise.com