logoHeader

columna

Clandestinidad importada

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969

Mientras el crimen siga apoderado de la frontera, habrá más comercio ilegal y clandestino, y menos espacio para empresarios que quieren incentivar el comercio legal.

El fin de semana pasado circulaba en el diario El Tiempo la nota titulada “Videos y audios del señalado 'zar' de la carne podrida que llega desde Venezuela”, en donde se evidencia el contrabando y entrada ilegal de carne desde el vecino Venezuela en pésimas condiciones de higiene y salubridad que ponen en riesgo no solo la salud pública del país, sino también el estatus sanitario de diferentes zonas del país.

Lo que me causa curiosidad es que se suscite tal comercio ilegal cuando Colombia tiene un hato creciente, cercano a los treinta millones de bovinos, mientras que Venezuela tiene un inventario ganadero disminuido que de acuerdo con fuentes no oficiales no superaría los doce millones de animales. Varias situaciones al respecto.

La primera. La reapertura de la frontera en septiembre pasado por parte de los gobiernos de Colombia y Venezuela no ha sido funcional ni efectiva, al menos en temas de exportaciones de carne y leche nuestras, y sobre todo exportaciones legales. Habría que preguntarles a las respectivas autoridades de Venezuela qué tan efectiva ha sido su lucha anti-contrabando en frontera, pero seguramente no les interesaría responder.

Lo que sí es cierto es que las cifras de la autoridad aduanera colombiana, la DIAN, no registra en 2022, ni en lo corrido de 2023, un solo kilo de carne exportada y tampoco un novillo en pie saliente al vecino país. Mientras que en el caso lácteo desde octubre de 2022 hasta febrero de 2023 se han exportado alrededor de 800 toneladas de leche y derivados lácteos, que son una ínfima proporción para lo que se registraba en décadas pasadas.

Mientras el crimen siga apoderado de la frontera esa será la realidad, más comercio ilegal y clandestino, y, menos espacio para empresarios que quieren incentivar el comercio legal.

Lo segundo. Desde hace varios años hemos venido denunciando que el sacrificio clandestino y el comercio ilegal de dicha carne es el principal problema de la cadena de valor. Evidentemente mientras que en 2013 se sacrificaron de manera formal 4,1 millones de bovinos en 2022 solo llegaron a la faena legal 3,2 millones. Una parte importante de ese diferencial de 900 mil animales se ha trasladado a la clandestinidad que le compite de manera desleal a la industria frigorífica formal que sí debe sobrellevar una importante carga de impuestos y cargas fiscales.

Pero parte de esa clandestinidad evidentemente viene desde Venezuela, en donde cada vez socavan más su hato ganadero, pero que además hacen llegar carne, cualquiera que sea, mezclada con colorantes y químicos, sin refrigeración y contrabandeada incluso dentro de maletas y llantas de automóvil, haciéndola pasar como de res.

Tercero. En dónde está la autoridad que deben ejercer las Secretarías de Salud municipales y departamentales para controlar tremendo problema de salud pública ¿arrinconadas por las mafias?

Cuarto. Alguna industria frigorífica, muy pequeña ella; en lugar de echar culpas sobre el comercio legal y las exportaciones formales, debería centrar sus esfuerzos mediáticos en trabajar conjuntamente con el resto de los eslabones de la cadena de valor para que las autoridades correspondientes tomen medidas efectivas para erradicar, controlar o mitigar esta grave situación.

Mi pregunta es, si cómo vamos como país lo lograremos.

@ojcubillosp