Germán:
Te escribo esta carta porque has sido el único jefe de partido político en Colombia que ha enfrentado decididamente la condición antidemocrática e irracional del gobierno de Gustavo Petro.
Desde tu columna dominical en El Tiempo has venido advirtiéndole al país sobre los peligros que amenazan la democracia, y ese compromiso intelectual tuyo con tus lectores ha marcado el camino para que las bancadas de Cambio Radical no hayan caído en el espectáculo indeseable de negociar votos parlamentarios a cambio de corrupción. Ha sido muy importante ver que tu partido no formó parte de esa coalición petrista que tanta repugnancia le ha provocado a la sociedad.
No era para menos.
¿Qué otra cosa distinta que la repugnancia social hubieran podido esperar esos jefes de los partidos y esos congresistas que han estado prestos a venderle sus votos a Petro para que cumpla su estrategia de destruir las Fuerzas Armadas constitucionales, destruir de la economía y destruir el sistema energético y de salud de los colombianos?
Entrando en la materia de esta carta, te digo que tu iniciativa de configurar una nueva coalición política para dirigir la próxima legislatura, distinta obviamente de la que el gobierno organizó, hace un año, con Roy Barreras a la cabeza, es muy importante. Ojalá la logres. Es muy importante y muy pertinente.
Muy pertinente porque la Colombia de este próximo 20 de julio es muy diferente de aquella del 20 de julio de hace un año cuando medio país estaba convencido de que había llegado el cambio y que Petro era el presidente del cambio. Hoy ya no. En menos de un año se les cayó la venda de los ojos y esa mentira se derrumbó. Pudieron ver, por fin, que Petro no solamente no es el cambio sino que, además, es una amenaza contra la democracia, es un enemigo de la economía y es un atentado contra el instinto más elemental de la cordura social. Hace un año, muchos creían que llegaba el gobierno del cambio. Hoy, el país sufre las consecuencias de un gobierno que acusa la crisis presidencial más aguda de las últimas décadas. Una crisis presidencial que conjuga los tres tipos de crisis que hacen insostenible a un gobierno. A saber, la crisis de legitimidad -nadie con dos dedos de frente cree ya en la transparencia de su elección-, la crisis de legalidad -el presidente y sus círculos familiar y gubernamental más cercanos están denunciados por violar la Constitución y la Ley- y la crisis de gobernabilidad -dada por la incompetencia manifiesta de sus funcionarios y porque ya no cuenta con mayorías en el Congreso-. Luego resultaría, entonces, también impresentable e insostenible, desde el punto de vista institucional y desde el punto de vista de la democracia, pretender que el Congreso siga siendo tutelado por la coalición partidista de un gobierno en ruinas. La coalición partidista de Petro y de Roy Barreras ya es una coalición desprestigiada, corrompida y decadente; luego es una coalición insostenible.
No me imagino con qué cara van a ir los partidos de la coalición ruinosa a pedir el favor de la gente en las próximas elecciones de octubre.
En este orden de ideas, tu propuesta de una nueva coalición, independiente del gobierno, tiene toda la pertinencia del mundo.
Ahora; en los momentos de crisis presidencial y amenaza a la democracia por los que atravesamos, no basta que una nueva coalición sea pertinente. También debe ser importante. Tan importante como para salvar al país. Eso es lo que realmente tiene sentido, lo que verdaderamente esperamos los ciudadanos.
Creo que la importancia de la nueva coalición dependerá principalmente del propósito para el cual sea convocada. Esta vez no basta una coalición para mecánicas políticas. Colombia necesita una coalición para soluciones políticas. Una coalición para salvar a Colombia.
Tengo entendido, por los registros de prensa, que el argumento de la nueva coalición sería el de poder establecer un bloque parlamentario lo suficientemente grande como para obligar a Petro a negociar sus reformas y así poder mermarles un tanto de veneno. Palabras más, palabras menos, coaligarse para negociar mejor con Petro.
Yo llevo más de dos décadas alejado de la vida pública. La política partidista y la lucha por el poder son dos cosas que desaparecieron por completo de mi corazón y de mis horizontes desde hace muchos años. No obstante, son tan graves los peligros y los zarpazos violentos contra nuestra democracia y contra nuestro país por parte de este gobierno, que decidí volver a participar del debate y de la acción públicos. Que no de la acción partidista y electoral. Por eso he venido denunciando la milicianización que Petro viene imponiendo y por eso he venido haciéndolo desde una perspectiva eminentemente cívica. Por eso estas reflexiones las comparto exclusivamente desde mi condición de ciudadano.
Germán:
Pienso que ya no es el momento de sentarse a negociar reformas con Petro. Su verdadero proyecto no son las reformas sino la milicianización. Fíjate cómo crecen vertiginosamente las organizaciones criminales en todo el país, mira cómo proliferan milicias de todo tipo desplegando los más amplios flagelos de control y tiranía territoriales, mira cómo esas tiranías territoriales y esas organizaciones criminales ejercen cada vez más determinación electoral y cómo fueron determinantes en los resultados de Petro y del Pacto Histórico en la elecciones pasadas, fíjate cómo avanza la política de desmoralización, paralización y desvertebración de las Fuerzas Armadas constitucionales. Mira cómo se las desplaza cada vez más de los territorios para dejar a sus poblaciones, sus economías y sus geografías bajo el arbitrio de perrero y fusil de las milicias. La inseguridad está desbordada en todo el país y los delincuentes andan como amos y señores en las calles y los campos.
Germán:
Considero que lo verdaderamente importante de la nueva coalición radica en que sea consciente de que deberá conducir al Congreso en momentos del Juicio Político al Presidente de la República.
El Presidente de la República ha actuado contra la Constitución y la Ley y debe ser juzgado. Es lo que determina la Constitución para estos casos.
Ya está presentada en la Comisión de Acusaciones una denuncia de José Manuel Abuchaibe por la violación de los topes de gastos electorales en la campaña presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez, consagrada en el artículo 109 de la Constitución. Esa denuncia aporta pruebas sólidas, además de las noticias ignominiosas que han venido surgiendo por cuenta de Armando Benedetti y de la exnuera de Gustavo Petro sobre el origen ilegal de fondos de esa campaña.
Por nuestra parte, desde el Movimiento Cívico, presentaremos denuncia contra el presidente de la República por sus actos de milicianización que violan varios artículos de la Constitución, muy particularmente el artículo 22A.
El 31 de diciembre pasado el presidente de la República expidió cinco decretos en los cuales les ordenó a las Fuerzas Armadas frenar sus operaciones contra las Farc de Iván Mordisco, contra el ELN, contra el Clan del Golfo, contra el Clan de la Sierra Nevada y contra las Farc de Iván Márquez, basados en el argumento de unos ceses del fuego bilaterales que jamás existieron. Fueron basados en una falsedad ideológica cometida por el presidente de la República. La orden de paralizar a las Fuerzas Armadas en su deber de luchar contra el crimen es una conducta milicianizadora de Petro que viola la Constitución y la Ley y por eso debe ser juzgado. Tal como lo ordena la Constitución.
El jueves dos de marzo pasado, las llamadas “guardias campesinas”, que no son más que las milicias de las Farc de Iván mordisco, asaltaron la empresa petrolera Emerald Energy que venían extorsionando y cercaron, rindieron y secuestraron a 78 policías y degollaron al Subintendente Ricardo Arley Monroy Prieto. Mientras esto acontecía, a 50 metros de donde ocurrían estos delitos estaba una unidad del ejército con sus respectivos armamento y dotación. Dicha unidad militar no pudo acudir en defensa de los civiles y los policías que estaban siendo atacados porque recibieron la orden dada directamente por el presidente de la República de paralizarse. Así mismo el presidente mandó al ministro del Interior a negociar la liberación de los policías secuestrados y a decir que eso no había sido un secuestro sino un “cerco humanitario”. Concretamente, allí el presidente actuó como cómplice de las milicias de las Farc y no como debió hacerlo un presidente que respetara la Constitución y la Ley. La orden de paralizar al ejército que estaba allí condujo a que los 78 policías fueran secuestrados y que el subintendente Ricardo Arley Monroy Prieto fuera degollado. Después, la policía y el ejército fueron retirados y la empresa Emerald Energy tuvo que salir de la zona, abandonar sus contratos legítimos que tenía con el Estado y dejar sin trabajo a sus operadores.
Estas dos actuaciones son absolutamente contra la Constitución y la Ley y por eso debe haber el Juicio Político contra el presidente de la República. Dejar pasar impunemente estos hechos de milicianización es permitir la destrucción de nuestra democracia y el colapso absoluto de nuestra Constitución.
Es esta la razón por la cual te invito a reflexionar sobre este asunto y a incorporarle a la nueva coalición, que ojalá logres impulsar, la conciencia de que debe abrirse el Juicio Político y que para ello deben acometer la tarea de la elección de las nuevas mesas directivas del Congreso con la responsabilidad más rigurosa. Serán las mesas directivas que deberán actuar con la mayor transparencia y el mayor apego a la Constitución. Es tan grande la responsabilidad que tendrán, que es muy posible que el próximo presidente del Senado deba ocupar la Presidencia de la República transitoriamente mientras se elige el reemplazo del presidente de la República que debe ser retirado del cargo como lo establece la Constitución.
En fin, te sugiero que medites este tema con mucho cuidado.
Germán:
La vida tiene cosas que a veces nos sorprenden. Mientras te escribía esta carta, recordaba que tres personas que hemos formado parte de vida pública de nuestro país también nos cruzábamos en los corredores y los patios de recreo del Liceo Francés cuando éramos niños: Ingrid Betancourt, tú y yo. Cada uno de nosotros tomó caminos y opciones políticas distintas. Hemos tenido visiones diferentes sobre muchos temas. Cuando nos cruzábamos en esos corredores y esos patios no teníamos ni idea de lo que sería de nuestras vidas ni de lo que nos iba a tocar vivir. Yo diría que nuestras vidas han coincidido solo en dos cosas: los tres llevamos en nuestros cuerpos las huellas de la violencia de Colombia y, ahora, los tres hemos coincidido en advertir el peligro que representa este gobierno contra la democracia. Tal vez esto tenga algo que ver con lo que aprendimos cuando izábamos la bandera todos los lunes a primera hora. Recuerdo que todos los lunes nos tocaba ponernos de saco y corbata para izar la bandera.
Era un acto cívico del colegio.
Ojalá nos encontremos los tres un lunes de estos, por primera vez desde hace cincuenta años, para volver a izar la bandera desde el alma.
Recibe un abrazo,
Carlos Alonso Lucio