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José Félix Lafaurie Rivera

Foto: Fedegán FNG

columna

Blanco es...

por: José Félix Lafaurie Rivera- 31 de Diciembre 1969

Nos dice la Directora del Departamento Nacional de Planeación, DNP, al referirse al lánguido diagnóstico que hace la Misión Rural, que sólo diez cuellos de botella frenan el desarrollo del campo colombiano, y que éste tiene serios problemas en términos de productividad y generación de valor agregado.

En efecto, el profundo análisis estableció que las seis principales barreras que encuentra el sector agropecuario para impulsar su desarrollo son: el bajo r**endimiento de la producción agropecuaria, los altos costos de producción, la escasez de bienes y servicios para el desarrollo del sector, las limitaciones en la comercialización y el acceso a mercados, la falta de financiación agropecuaria y la alta exposición al riesgo.**

La Misión también se percató de la baja remuneración laboral y las limitadas capacidades para generar ingresos –posiblemente por aquello del analfabetismo–; de las brechas de pobreza y bienestar entre la población urbana y rural –posiblemente por aquello de los modelos de desarrollo–; y de encontrar un territorio desordenado en términos de la propiedad y el uso del suelo –algo que escuchamos con frecuencia en esto de la Mesa de Negociaciones de La Habana–.

Se nos dice que la comercialización y el acceso a los mercados se ve limitada por la falta de infraestructura, por la intermediación sin valor agregado, y por la falta de organización de los productores para acceder en mejores condiciones a los mercados –ahora la culpa es de los productores–, haciendo la salvedad de que estos no tienen acceso a recursos financieros de bajo costo ni a productos crediticios que se adapten a sus necesidades.

También se vuelve a señalar que los recursos del sector agropecuario se han direccionado principalmente a subsidios y apoyos económicos temporales y no a la gestión de bienes y servicios sectoriales requeridos para el sector agropecuario –algo que viene pregonando desde hace mucho tiempo el Banco Mundial–.

Siendo este el desarrollo del tema, la conclusión no podía ser otra: que las estrategias deben apuntar al ordenamiento del territorio, al desarrollo rural integral y al aumento significativo de la competitividad de las actividades económicas rurales, y, por supuesto, a buscar un cambio estructural.

Hasta aquí lo señalado en el comunicado del DNP. Solo falta mirar el punto 1 del Acuerdo firmado por el Gobierno en La Habana, para saber el contenido del resto de la cartilla. De esa consultoría deberán salir realmente nuevas estrategias.