En efecto, el profundo análisis estableció que las seis principales barreras que encuentra el sector agropecuario para impulsar su desarrollo son: el bajo r**endimiento de la producción agropecuaria, los altos costos de producción, la escasez de bienes y servicios para el desarrollo del sector, las limitaciones en la comercialización y el acceso a mercados, la falta de financiación agropecuaria y la alta exposición al riesgo.**
La Misión también se percató de la baja remuneración laboral y las limitadas capacidades para generar ingresos –posiblemente por aquello del analfabetismo–; de las brechas de pobreza y bienestar entre la población urbana y rural –posiblemente por aquello de los modelos de desarrollo–; y de encontrar un territorio desordenado en términos de la propiedad y el uso del suelo –algo que escuchamos con frecuencia en esto de la Mesa de Negociaciones de La Habana–.
Se nos dice que la comercialización y el acceso a los mercados se ve limitada por la falta de infraestructura, por la intermediación sin valor agregado, y por la falta de organización de los productores para acceder en mejores condiciones a los mercados –ahora la culpa es de los productores–, haciendo la salvedad de que estos no tienen acceso a recursos financieros de bajo costo ni a productos crediticios que se adapten a sus necesidades.
También se vuelve a señalar que los recursos del sector agropecuario se han direccionado principalmente a subsidios y apoyos económicos temporales y no a la gestión de bienes y servicios sectoriales requeridos para el sector agropecuario –algo que viene pregonando desde hace mucho tiempo el Banco Mundial–.
Siendo este el desarrollo del tema, la conclusión no podía ser otra: que las estrategias deben apuntar al ordenamiento del territorio, al desarrollo rural integral y al aumento significativo de la competitividad de las actividades económicas rurales, y, por supuesto, a buscar un cambio estructural.
Hasta aquí lo señalado en el comunicado del DNP. Solo falta mirar el punto 1 del Acuerdo firmado por el Gobierno en La Habana, para saber el contenido del resto de la cartilla. De esa consultoría deberán salir realmente nuevas estrategias.