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Apuntando a 2023

Por Oscar Cubillos Pedraza - 09 de Noviembre 2022

En un nuevo escenario cambiario –dólar alrededor de $5000– se genera un estímulo importante para nuestras exportaciones y reduce la competencia de carne y pollo en el mercado interno, pero obliga a depender lo menos posible de insumos importados y a mantener un portafolio de exportaciones equilibrado entre carne y animales en pie.

En un nuevo escenario cambiario –dólar alrededor de $5000– se genera un estímulo importante para nuestras exportaciones y reduce la competencia de carne y pollo en el mercado interno, pero obliga a depender lo menos posible de insumos importados y a mantener un portafolio de exportaciones equilibrado entre carne y animales en pie.

2022 ha sido un año con mayor dinamismo exportador a pesar de las dificultades mundiales en materia de inflación y ralentización de varias economías, además de los problemas geopolíticos en Europa y Rusia que han impactado la oferta de materias primas.

Transcurrido el 75% del año, al menos en reporte de cifras de exportaciones, estas alcanzan en el periodo enero – septiembre, la suma de US$395 millones entre carne bovina, bovinos en pie, leche y sus derivados, en participaciones de 36%, 60% y 4% respectivamente.

Vale recordar que a corte de septiembre de 2021 nuestras exportaciones sumaron US$301 millones, por lo que el mismo periodo de 2022 representa ya un crecimiento de 32%. Si bien este año el portafolio exportador ha tenido mayor peso en animales en pie, los envíos al exterior de carne vienen repuntando en el segundo semestre del año, en la medida que la materia prima, el novillo, ha tenido algunos ajustes a la baja.

En ese sentido, es adecuado que se mantenga el dinamismo combinado de exportaciones de carne como de animales en pie, pues en la medida en que se tengan ajustes y desajustes de precios nacionales e internacionales se estimularán unas u otras. Por supuesto, el aprovechamiento de valor agregado indica que es mejor exportar carne, pero en nuestro portafolio exportador siempre deberá tenerse una proporción de bovinos en pie con el fin de mitigar riesgos de cierre de mercados como ocurrió en 2009 y 2013 con Venezuela, o en 2018 con la pérdida del estatus sanitario.

Ahora bien, en el nuevo escenario cambiario, dólar alrededor de $5000, se genera un estímulo importante para nuestras exportaciones, pero también se obliga a depender lo menos posible a insumos importados, altamente encarecidos por la tasa de cambio. En ese sentido, bienes sustitutos también han perdido competitividad frente a la carne bovina. Lo que también es favorable para la ganadería bovina.

De un lado las importaciones de maíz, necesario para la elaboración de concentrados, se ha hecho más caro, lo que hace que la producción de pollo y cerdo también sea más costosa en el mercado interno. Igualmente, las importaciones de la misma carne de pollo y de porcino son menos competitivas por asuntos cambiarios. Vale recordar que en todo 2021 se importaron 199 mil toneladas de estos dos productos, lo que le quita un importante espacio al consumo de carne vacuna, pero por cuenta de su encarecimiento se abren también oportunidades para aprovechar el mercado interno.

De hecho, si la carne vacuna colombiana fuera costosa, sencillamente se importaría bastante. Sin embargo, las impo apenas equivalen a 1,2% de nuestra producción, pero con un ingreso per cápita menor a US6.300 anuales resulta para las familias acceder de manera permanente a una dieta que incluya carne bovina.

Esperemos que con la mayor apertura de programas sociales y de ayudas monetarias por parte del Gobierno Nacional se tenga mayor acceso a bienes básicos, especialmente alimentarios; y ojalá sea mucha carne.

@ojcubillosp