La “corrección política” en temas de paz riñe con la sensatez, porque responde a la narrativa de amigos y enemigos de la paz, sembrada por la izquierda y el “centrosantismo”, un contexto en que lo políticamente correcto se asimila al discurso de “los amigos” de esa paz todavía esquiva.
Por eso el expresidente Uribe calificó de políticamente incorrecta su propuesta de amnistía. Cómo podría ser “correcta”, proviniendo del líder del triunfante NO al Acuerdo, dizque “de paz”; pero incorrecta o no, es tremendamente sensata.
Si los culpables de delitos atroces: asesinos, violadores de menores reclutados, extorsionistas, secuestradores y narcotraficantes, pagarán “sembrando remolachas”, y ni eso, porque en cuatro años no hay una sola sentencia, pues entonces…, para qué la JEP.
Si la JEP exige “la verdad” para que la justicia brille y sean condenados a “sembrar remolachas”, entonces, para qué la Comisión de la Verdad. Para escuchar la de todos los actores del conflicto, responderán en coro De Roux, la izquierda y el santismo, pero mientras la de Santos fue recibida con alborozo, la de Uribe lo fue con recelo y franco rechazo de los de marras, como anticipo de “la historia” que se pretende contar.
Si la JEP, para condenarlos a “sembrar remolachas” les exige también la reparación a las víctimas, “simbólica”, me imagino, pues se declararon pobres de solemnidad y coronaron el mayor lavado de activos de la historia delincuencial del país; es decir, si no van a reparar, entonces…, para qué la JEP.
Y si tan justa condena –sembrar remolachas– exige “garantía de no repetición”, que sabe Dios cómo podrán garantizar si, de hecho, sus “disidencias” se quedaron “repitiendo” con violencia mafiosa, entonces…, para qué la JEP. No será mejor que digan la verdad que quieran, como están haciendo, para amnistiarlos… y listo.
La rasgada de vestiduras no se hizo esperar. Los alfiles del Nobel, siempre oculto tras bambalinas, alegan indignados que sería consagrar la impunidad y que la CIDH, la CPI y nuestras cortes ordenan investigar y sancionar los delitos de lesa humanidad, como si de algo sirvieran tan exhaustivas investigaciones, para que, al final, la sanción sea… “sembrar remolachas”, una vergonzosa parodia de castigo.
Advirtieron también que la amnistía afectaría a los militares, siguiendo su lógica perversa de que, de producirse, sería solo para sus amigos de las Farc. ¡Qué más quisieran! No creo en la amnistía general, a pesar de la injusticia con el castigado por “robarse una bicicleta”, pero, si de remediar la farsa de la JEP se trata, pues que se convierta en Tribunal Transicional de Amnistías para los mal llamados actores del mal llamado conflicto.
Para Lozada, es una estrategia de Uribe porque “siente los pasos de la justicia que comienzan a alcanzarlo”. Lo dice un criminal culpable de delitos atroces, “honorable senador” sin pagar un día de cárcel ni sembrar una remolacha, protegido por una justicia que se inventaron “coja” para que nunca lo alcanzara.
Timochenko recordó que “Desde La Habana nos opusimos a un intercambio de impunidades”, reconociendo que sienten la impunidad como prebenda exclusiva de las Farc. ¡Ah! Me faltaba…, a Samper le pareció “inmoral” ¡Qué tal!
¿En qué estamos? En el costoso juego –medio billón al año– de juzgar sin castigar a los mayores criminales de nuestra historia, y de contar a su amaño esa historia; mientras en Arauca asesinan a 16 personas, el delito se toma las ciudades, los vándalos hoy destruyen y mañana los sueltan, el Paro convoca sus pacíficas marchas… de la muerte, y los narcotraficantes bolivarianos y su candidato, simplemente… sonríen.