Siguen los fuegos artificiales. Ya no se trata, sin embargo, de las luces que celebran la temporada que acaba de quedar atrás. Ahora provienen de las declaraciones políticas de varios actores, que tienen que estar juntos para cambiar el rumbo del país. ¿O es que hay quien piense que la alianza, en la que están tan empeñados los expresidentes Uribe y Pastrana, es una piñata? Pues, no lo es. En realidad, construir ese entendimiento es fundamental para el futuro de la nación, toda vez que el propósito debe conducir a que se cambie el mal camino en que el actual presidente dejará a Colombia. Edificarlo requiere de la voluntad y decisión de muchos protagonistas. De los exmandatarios ya mencionados, la doctora Marta Lucía Ramírez, el doctor Alejandro Ordóñez, los juristas que jugaron tan importante papel en el plebiscito, las reservas de las fuerzas armadas, organizaciones de víctimas y desplazados, y de las comunidades cristianas que hicieron parte del movimiento en favor del ‘No’. En fin, de los miles de colombianos de distintas procedencias y credos que escribieron en octubre del 2016 una extraordinaria página democrática. El esfuerzo que se hizo en aquella oportunidad toca hacerlo nuevamente, porque la victoria, este año, de las fuerzas y electores que defendieron la posición triunfadora, es el único camino posible para garantizar la vigencia de la democracia, la economía de mercado, la propiedad privada, la constitución, la independencia de los poderes, la soberanía popular, y las seguridades jurídicas de los ciudadanos. No faltará quien diga que lo anterior es una exageración. Todo lo contrario. A decir verdad, es apenas una descripción de los principales riesgos que enfrenta nuestro país. Siendo de tal magnitud el desafío, lo que debe predominar es la paciencia para edificar la alianza. Flaco servicio le prestan a ese fin las declaraciones de varios protagonistas, que, en lugar de contribuir a crear el clima necesario, lo que pueden conseguir es colocar obstáculos en el camino. Si se logra consolidar el acuerdo, es posible aspirar a conseguir el triunfo en el 2018. En el caso de que esto no se consiga, se perderá una gran oportunidad. ¡Más que eso! Dejará de actuarse con la responsabilidad que exige la coyuntura por la que atraviesa la patria. Este escrito es un llamado a la calma y a la cordura. Para nadie es un secreto las pasiones que se desatan a la hora de definir los asuntos del poder. Eso de nuevo no tiene nada. Como tampoco son desconocidas las consecuencias de las equivocaciones que se cometen cuando se permite que prime la obcecación sobre la racionalidad y los propósitos superiores. Estamos en un momento en el que nadie puede pretender imponer nada. De igual forma, tampoco resultará posible tejer acuerdos que desconozcan las evidencias de la realidad. Para no dar tantas vueltas, digamos que la alianza es indispensable a fin de tener una opción real de ganar. Puede haber otros caminos, desde luego. Pero, estos tendrían muchas más dificultades e incertidumbres que el que transitaría una fuerza integrada por millones de compatriotas decididos a garantizar, juntos, la vigencia de principios fundamentales. Publicado en Portafolio, enero 15 de 2018