Pasaron 16 meses después de la pérdida del estatus de país libre de aftosa, y su recuperación. Lastimosamente los brotes de octubre de 2018 fueron el resultado del mal manejo sanitario de los que se presentaron en junio de 2017, y estos últimos fueron la grave consecuencia del desmonte de los equipos de vacunación, en 2016, del entonces Fondo Nacional del Ganado.
Es una buena noticia tener de nuevo las puertas abiertas hacia el mundo y aprovechar la comercialización de carne y leche. Por supuesto la recuperación del estatus sanitario permitirá mayores exportaciones y el repunte de la economía ganadera, que solo por dar un ejemplo, registró la caída del precio del kilo del novillo gordo en pie en más de $600 por cuenta de la fiebre aftosa.
Pero el punto que se debe tener en cuenta ahora es el de proteger y mantener el estatus sanitario, y la reflexión es la siguiente: fueron necesarios tres ciclos normales de vacunación más uno de revacunación en frontera con Venezuela para lograrlo, sin embargo, un solo animal infectado de contrabando puede llevar al traste tremendo esfuerzo.
Y es que la mayor problemática hoy para Colombia es Venezuela. Si revisamos el mapa de la Organización Mundial de Sanidad Animal – OIE, que registra la presencia de fiebre aftosa en el mundo, lo que encontramos es que todo el continente americano se encuentra en verde con la excepción de Venezuela en donde circula libremente el virus.
Lo más grave de todo es que al Estado venezolano poco le interesa la salud animal. Es claro que, si no ha tomado medidas contra el paludismo o el sarampión en la población humana, no lo hará con la aftosa. Es un riesgo permanente que en los 2.219 kilómetros de frontera afecta los intereses del sector ganadero colombiano. ¿Qué hacer?
Urge la implementación de un sistema moderno, eficiente y confiable de identificación y movilización animal que cobije al universo total de nuestro hato ganadero y permita en línea combatir el contrabando y la ilegalidad; y que además sea la llave de entrada para mercados internacionales de alto valor.
Podemos tener los novillos gordos más competitivos del mundo y la carne bovina más saludable, pero sin identificación animal estamos desaprovechando las inmersas oportunidades que da el mercado mundial. Es una tarea pendiente de la institucionalidad pública que perfectamente podría sacar adelante con la colaboración del sector privado.
La situación política y económica de Venezuela parece lejana en resolverse, y el riego sanitario estará allí. Colombia no puede darse el lujo de estar en dependencia de lo que ocurra en el vecino país. Es tiempo de tomar las riendas propias e implementar un sistema de vanguardia si realmente queremos hacer del sector ganadero colombiano uno de talla mundial. Es la única forma de conservar el logro alcanzado.