El mes pasado el señor ministro de Hacienda sacó su bolita mágica, esa que todos los economistas pretendemos tener, para hacer predicciones indicando que en marzo la inflación cedería, situación que no ocurrió. Al contrario, continuó con su tendencia alcista, que en una economía que muestra además desaceleración en el consumo y proyecciones de crecimiento muy modestas, no brinda certidumbre de que estemos en el escenario más favorable para la generación de riqueza durante los próximos meses.
Ante este panorama económico el presidente Petro propuso a los empresarios establecer medidas que conduzcan a que los precios, especialmente los de los alimentos, no continúen al alza. Lo que me pregunto es ¿y eso cómo se logra?
Evidentemente cualquier productor tratará siempre de tener un margen de ganancia sobre su estructura de costos, sin embargo, y especialmente en el caso de los bienes agrícolas y pecuarios; la abundancia o escasez marcará la formación de precio, influenciado en una gran medida por la estacionalidad climática, cada vez menos predecible; y delicadas coyunturas como por ejemplo el cierre de la vía Panamericana o la situación del Nevado del Ruiz.
En ese sentido muchos productores se encuentran ante situaciones en donde el precio que fija el mercado no remunera lo suficiente como para cubrir sus costos, y otras en donde lo remunera muy bien. Digamos que medianamente podrían compensarse las dos situaciones, aunque son muchos los escenarios en donde los productores agropecuarios, por su escala y tamaño, incurren más en pérdidas que en ganancias, además de mantener un flujo de caja totalmente desajustado.
¿Entonces cómo lograr ese acuerdo de precios al que se refiere el presidente Petro? Realmente es una propuesta mediática y nada viable, pues lo que debería “controlarse” primero son los precios de insumos y materias primas (los costos de producción), pero estos también interactúan bajo las leyes de oferta y demanda. Ningún productor del agro se atreverá a pactar un precio en 100 cuando está bajo la incertidumbre que su costo de producción sea 120.
Pero además la propuesta del presidente no es viable porque nuestra economía es de mercado y de libre competencia, con las regulaciones normales que se puedan tener. Justamente el escenario de competir es el que motiva a los productores, transformadores y comercializadoras a alcanzar lo que en economía se llama utilidad marginal.
Sin embargo, sí es importante que Petro haya realizado la propuesta como una invitación al empresariado y no como una imposición, como sí lo hizo Chávez en 2011 y que terminó llevando a la debacle a la producción agropecuaria venezolana.
No es la primera vez que en los últimos años se propone un acuerdo de precios, pero sí es realidad que en ninguna de ellas ha tenido trascendencia y efectividad en el control inflacionario. Para bajar los precios lo que se requiere es aun más competencia y para lograrlo se requiere mejor clima de negocios que sí viene muy deteriorado.
@ojcubillosp