No sé quién dijo que a Colombia había que cambiarle el nombre por ‘absurdistán’. Creo que le asiste la razón. En nuestro país hay tantas cosas absurdas que no tienen explicación lógica ni racional. Estamos en medio de una pandemia que tiene en jaque al mundo entero. Con enormes dificultades y una gran escasez de recursos, el gobierno nacional navega en una tormenta complejísima. Hace todo lo que puede. En muchas cosas acierta y en otras no lo logra. Pero sería bueno reconocer que ningún país del planeta ni ningún gobierno estaba preparado para una coyuntura como la actual. Hasta las naciones más ricas y poderosas están intentando capear, lo mejor que pueden, esta circunstancia crítica.
Solo en ‘absurdistán’, los políticos buscan ponerle zancadilla al gobierno para que su labor sea aún más difícil y compleja. Los que menos saben de gerencia de crisis, como periodistas e “influencers” de las redes sociales, dan lecciones de lo que hay que hacer, de lo que no hay que hacer y de lo que no puede ser. Todos saben de pandemias porque han enfrentado múltiples casos similares, tienen conocimientos profundos de virología y dominan a la perfección las herramientas anticíclicas que deben implementarse en estos momentos críticos. Todos ellos saben más de salud que los médicos y más de economía que el Ministro de Hacienda.
En ‘absurdistán’, en lugar de buscar la unidad nacional para enfrentar este tremendo desafío colectivo, buscamos señalar como culpables a aquellos que, en medio de desafíos sin precedentes, hacen lo que está a su alcance para mitigar los impactos. No se acepta nada menos que la perfección. Debe rodar la sangre de los culpables de no haber evitado que el virus llegase a Colombia. Sin duda lapidar supuestos culpables hará que la pandemia retroceda. Proliferan en ‘absurdistán’ los neo-sabios de “pensar fuera de la caja”. Exigen soluciones creativas, innovadoras y revolucionarias. Desconocen que, en este país del inciso, pensar fuera de la caja lleva a los funcionarios públicos y a cualquiera a la cárcel.
En ‘absurdistán’ están los que piden que se extreme la cuarentena y se reactive la economía al mismo tiempo. Para cumplir estos dos objetivos sencillos piden subsidios, castigar a los ricos, cerrar las fronteras, emitir moneda, estimular las exportaciones, controlar los precios, entregar mercados gratis, no pagar los servicios públicos, nacionalizar la banca, suspender el pago de la deuda, no cobrar impuestos y garantizar un ingreso mínimo vital. Pero además hay que hacerlo al mismo tiempo y para mañana.
En ‘absurdistán’ todos piden sin entender que nada es hoy fácil. Los médicos exigen abundancia de elementos de protección personal que escasean en el mundo entero. Los estudiantes que les devuelvan las matrículas porque las clases virtuales no cumplen con sus expectativas, los clubes de fútbol piden estadios llenos, los políticos quieren sesionar presencialmente porque desde sus provincias no pueden gestionar contratos ni partidas. Luego le echarán la culpa al gobierno o a cualquiera por haberse contagiado. En ‘absurdistán hablamos con propiedad de lo que no sabemos y pedimos lo imposible sin aceptar excusas, explicaciones ni dilaciones.
Miguel Gómez Martínez
Presidente Ejecutivo de Fasecolda.
Portafolio, mayo 12 de 2020