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columna

A trece meses del libre comercio de leche en polvo

por: Oscar Cubillos Pedraza- 31 de Diciembre 1969


Con corte a septiembre de 2024 las importaciones de leche y derivados lácteos alcanzan un poco más de 49 mil toneladas por valor de US$154 millones. El año terminaría con entradas en volumen cercanas a las 65 mil toneladas, que, si bien no es el de mayor registro importador, sí sería uno de los más altos.

El punto es que 65 mil toneladas importadas equivalen a unos 545 millones de litros de leche, es decir cerca de dos meses de acopio que se dejan de hacer a los productores nacionales para reemplazarse por leche extranjera.

Ahora bien, en un mes se activará el último cupo de importación de leche en polvo con arancel cero desde EEUU para darle paso al libre comercio en 2026. Esta situación, más unos aun altos inventarios industriales, superiores a 20 mil toneladas de leche en polvo y 26 millones de litros de leche liquida UHT, no auguran que con la llegada del verano tradicional de principio de año el precio pagado al productor repunte rápidamente.

Con estos niveles de inventarios la industria lechera tiene reservas para unos 21 días, eso en caso de que su acopio normal cayera a cero, situación que de manera efectiva no ocurrirá. Sin embargo, al menos con el próximo verano se tendría un poco de ajuste a la baja en inventarios, aunque el componente importador siempre vuelve a crear desajuste.

Podría darnos un poco la mano que la tasa de cambio siga al alza y que los precios internacionales de la leche en polvo descremada tengan mayor repunte para que las importaciones tengan alguna contención pues vía arancel ya estamos solo a trece meses de libre comercio: 2025 apenas tendrá un arancel de 2,2% en el extra-contingente.

Sin embargo, la competitividad de la leche colombiana no puede depender de variables exógenas como el clima, los tipos de cambio o la oferta internacional, sino que debe tener la capacidad propia de dar la batalla frente a lo importado. Así las cosas y a sabiendas que la política pública, histórica y estructuralmente poco ha realizado por la mejora de la competitividad lechera, seguramente desde 2026 ya mostrará un ajuste en el número de unidades productivas lecheras, sin que eso signifique que la producción total caiga.

Incluso las mismas circunstancias pueden hacer que se tenga más asociatividad en un país que culturalmente le huye a trabajar de manera conjunta. Sin embargo, y de cara al comercio justo, las autoridades colombianas también deben hacer valer su peso institucional en la lucha frente a flagelos que golpean fuertemente a la cadena de valor: los subsidios a la producción de leche en EEUU, el contrabando, la mezcla indebida con lactosueros y la misma comercialización informal.

Lo que es cierto es que ya 2026 está a solo 395 días y el libre comercio de leche en polvo llegó, mientras que la renegociación o revisión de los TLC nunca apareció.