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¡35 años!

Por Miguel Gómez Martínez - 02 de Marzo 2017

Deberíamos concentrarnos en formular una estrategia que nos permita aumentar el nivel de crecimiento de la economía.

Deberíamos concentrarnos en formular una estrategia que nos permita aumentar el nivel de crecimiento de la economía.   Al ritmo que creció la economía en el 2016, en otras palabras a 2 % anual, necesitaríamos 35 años para duplicar nuestra producción. Esa es la mejor forma de ver lo mediocre que fue el resultado de crecimiento en el año anterior. Con una tasa 50 % más alta, o sea del 3 %, obtendríamos el mismo resultado en un poco más de 24 años. Con un ritmo de crecimiento del 5 % anual, doblaríamos nuestro producto en 14 años, más o menos en 3 cohortes poblacionales. 

Si tuviéramos una tasa a lo China, del 8 %, duplicaríamos la producción cada 9 años. El resultado del crecimiento del Producto Interno Bruto sigue siendo, a pesar de muchas críticas válidas, el mejor evaluador del resultado de una política económica.

Crecer lentamente es aceptable para países que tienen un buen nivel de desarrollo, pues la inmensa mayoría de su población se encuentra por encima de los niveles de miseria y pobreza. Pero un resultado del 2 % anual es una bofetada a los menos favorecidos, que según la encuesta de pobreza multidimensional del Dane, todavía son el 20 % de la población. Decirle a ellos que deben esperar 35 años para mejorar sustancialmente su nivel de vida, es un insulto.

El Gobierno argumenta que el paro camionero, la caída del petróleo y la sequía explican el mediocre resultado. Como diría mi sabia madre: “explicaciones no son excusas”. Es evidente que esos factores jugaron un papel en el bajo crecimiento, pero el rol de la política económica es anticipar y utilizar las herramientas disponibles para evitar que esos efectos tuvieran el impacto negativo registrado en la economía.

Nadie puede sostener que ello sea fácil, pero tanto el Gobierno como el Banco de la República fueron lentos para reaccionar cuando el efecto de la devaluación acelerada y el verano afectaron el Índice de Precios. Nadie dice que hacer política económica sea sencillo, pero el pésimo manejo que se le dio al paro camionero por parte del Gobierno pudo haberse limitado. 

Sobre el tema de la caída del petróleo, el efecto se agrava por las medidas del Gobierno, que han frenado la inversión en exploración, pues la minería tiene unos niveles impositivos excesivos y una trabas administrativas que la hacen poco atractiva a nivel internacional. El petróleo cayó de precio, pero además perdimos 150 mil barriles diarios de producción.

Mirar al pasado o consolarse con los malos resultados de los vecinos, no van a solucionar nada. Deberíamos concentrarnos en formular una estrategia que nos permitiera aumentar, de forma sustancial, y constante el nivel de crecimiento de la economía. El problema no es solo de política coyuntural. Se requiere un pacto nacional que incluya a todos los sectores de la economía. Empresarios, sindicatos, academia y gobierno deberían acordar unas estrategias para mejorar la productividad total de los factores.    Lástima que este Gobierno, controlado por la mermelada, obsesionado por la paz y sin liderazgo, no sea el idóneo para iniciar este proceso.

Coletilla: que alguien le cuente a la ministra de Comercio que cuando cae el volumen de comercio exterior eso no es bueno para la economía ni es un reflejo del éxito de su gestión.