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Triunfales Hermoso y Bolívar

11 de Enero 2013

El navarro con cuatro orejas y el caleño con dos, salieron a hombros. El Cid que no remató a estoque dos delicados recitales se fue ovacionado. Dulce encierro de Ernesto Gutiérrez con dos toros de vuelta al ruedo.

Economía y comodidad anatómica, bondad, fijeza, prontitud, recorrido, son. Prácticamente no picados, abrieron paso a la serenidad, a la desahogada creación. Las tres tauromaquias, cada una en su personal expresión alcanzó niveles altos. Mérito del encierro, todo aplaudido en el arrastre, y al quinto y al sexto vuelta de honor. Público y palco de acuerdo, aunque en la última hubiese algunas discrepancias.En Manizales la fiesta tiene códigos, valores, estética, y hasta ética propios, autóctonos y auténticos. Pura idiosincrasia.

El toro de Ernesto Gutiérrez, con sus particularidades feno y genotípicas los resume, los copa, es el paradigma. Ningún otro cala tan hondo en la sensibilidad y el gusto de la afición manizaleña. Como quien dice: somos así ¡y qué! Quien no sea capaz de comprenderlos, que se lo pierda. Hoy la fiesta fue tal, total, seis turrones, seis faenas, seis orejas, que pudieron ser doce. Se sabía, hubo casi lleno, hierro garantía y gran cartel de lidiadores.

El Cid, bordó con su lote un par de obras exquisitas. Meció el capote con lentitud y gusto por verónicas, medias, chicuelinas y revoleras, luego por derechas y naturales en tandas cortas pero esculpidas, templadas, engarzadas. Trazó por derecha e izquierda redondos y circulares al compás preciso de los viajes. Mientras Usía le soplaba el pasodoble “Feria de Manizales” reglamentado solo para faenas excepcionales.

Perdió el útil dos veces con el primero, y tres con el segundo. Los pinchó ambos, se demoró, y sendos avisos le anunciaron la pérdida del doble triunfo. Pero al final de la corrida la gente no había olvidado, y cuando sus alternates eran cargados, y el cruzaba el ruedo a pie apesadumbrado, fue atajado en los medios por el coro de ¡Torero, torero!

Ficha del festejo

Luís Bolívar, tras una faena completa, un pinchazo y una estocada fulminante, fue tratado por el palco con un rigor, que ya quisiéramos fuera igual para todos, negando la fuerte petición, y aguantando el amago de bronca. Le salió tocado al quinto, de 480 kilos, desperdigando un catálogo de suertes capoteras: larga de rodillas, verónicas, caleserinas, orticinas, nicanoras y airosa revolera. Tras un picotazo de Viloria, tres lances a una mano y una brionesa, exacerbaron el nacionalismo que ya le había mostrado las uñas a su señoría con el injusto y procaz ¡Pícaro, pícaro!

La faena, iniciada sin espada, por naturales con la derecha, se desgranó con gran predicamento, marcada por un aplomo y una pausa, casi solemnes, ligada, redonda, y circular hasta la triple vuelta final. Y dele música y dele ole, aunque para ser justos la izquierda un poco más baja y el embroque más apretado la hubiesen vuelto cuasiperfecta. Cinco bernadinas, de adorno, un estocadón irrefutable, las dos orejas y la vuelta festejadísima.

Hablar de Pablo Hermoso, es hablar de la otra versión del toreo a caballo; admirable en su maestría, hondo en su sobriedad, bello en su plástica y en su dinámica. Hombre-caballo uno solo en la facilidad de lo imposible. Con él arriba, “Villa”, “Pirata”, “Churrumay”, "Manolete”, “Van Gogh” y “Dalí”, pintaron sobre la arena de la Monumental, imágenes churriguerescas en todos los tercios; rejones, banderillas largas, cortas, a una y dos manos, y danzaron flamenquerías en giros, quiebros, galopes, llevándose templadamente tras de sus grupas las generosas embestidas de los dos bombones y el arrebato del público.

Era una pasada lo que vivía la plaza, una rumba ecuestre, y el navarro, como si nada, el más sereno y en sus papeles. En las dos muertes el acero entró por sitio incorrecto, contrario, caído y trasero. A nadie importó. La fiesta hoy en día no se para en nimiedades como la suerte suprema. El póker de orejas, y la locura.

“Se torea como se es”, dogma belmontino, pero también se ve torear como se es y los manizaleños son así, bondadosos y nobles como los toros que aman. Una pancarta de aficionados bogotanos que se presentaban como “desplazados por el alcalde Petro” también fue ovacionada.