No solo eres lo que comes. Eres también lo que comen los animales de los que te alimentas. La leche de vacas criadas al aire libre y con hierba y forraje frescos es más rica en ácidos grasos esenciales omega-3 que la de vacas criadas de forma convencional y alimentadas con maíz, soja o piensos industriales. “Cuando el ganado vacuno se cría al aire libre con hierba y forraje frescos, los niveles de omega-3, minerales y antioxidantes de su leche y de su carne aumentan; en cambio, si lo crías con maíz y piensos, esos niveles disminuyen y aumentan los de ácidos grasos esenciales omega-6”, concluye Carlo Leifert, autor principal de otro comentado estudio publicado el año pasado en British Journal of Nutrition. (Lea: Todo lo que la leche de vaca puede darte) Estos 6 puntos pueden animarte a aumentar el consumo de omega-3 y reducir el de omega-6: 1. Las grasas omega-6 -en aceites de girasol, maíz o soja- tienen efecto inflamatorio. 2. Las omega-3 -en pescados azules, mariscos y algas; frutos secos; semillas de chía o de lino; verduras de hoja verde como la rúcula o las espinacas- tienen efecto antiinflamatorio. 3. Para que el organismo funcione como es debido, necesitamos las dos, pero en las proporciones correctas: la inflamación nos protege de infecciones y es necesaria para la supervivencia, pero un exceso de inflamación es muy perjudicial para la salud. 4. El problema es que la dieta actual rebosa de omega-6 –¡están en la mayoría de los productos procesados, que consumimos cada vez más– y es muy pobre en omega-3. De hecho, si la proporción actual es de 10 a 1 favorable a los omega-6, la deseable es de 4 a 1 o menor. 5. El exceso de omega-6 en la dieta actual puede ayudar a entender la epidemia de enfermedades inflamatorias de la actualidad: osteoartritis, enfermedad cardiovascular, enfermedad inflamatoria intestinal, eccema, diabetes tipo 2, síndrome metabólico. (Lea: Estudio destacó las ventajas de la leche producida a pasto) 6. En cambio, se ha comprobado que el aumento de la proporción de omega-3 disminuye los niveles de triglicéridos, mejora la salud visual, evita la depresión (incluida la depresión postparto), potencia el rendimiento intelectual y la memoria y, en embarazadas, reduce el riesgo de parto prematuro y de problemas de desarrollo cerebral en el feto. Solo una aclaración: el aceite de oliva virgen extra (AOVE) es un ácido graso monoinsaturado, otra familia de grasas que no interfiere con los omega-3 y que ha demostrado muchísimos beneficios para la salud.
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