Entre 2007 y 2013 la FAO publicó y organizó eventos relacionados con la ganadería mundial y el ambiente y la revista Nature acaba de publicar un artículo sobre los pasos para una ganadería sostenible, ambos enfocados a que los rumiantes pueden producir los alimentos para las personas de manera más sostenible para el planeta, en especial disminuyendo las emisiones de metano.
La demanda de productos pecuarios continuará aumentando a medida que, tanto la población humana como los ingresos per cápita sigan creciendo, porque quienes evolucionan socialmente requieren más proteína (carne y leche). Según la FAO, en el mundo los rumiantes domésticos siguen aumentando y las existencias actuales son:
1.525 millones de vacunos, 1.175 millones de ovinos y 1.040 millones de caprinos.
La importancia Regional de los bovinos es evidente. Necesitamos forrajes más productivos y de la mejor calidad posible para producir carne y leche. Complementariamente, desde la región se produce soja que en gran medida es utilizada en otros países fuera de la Región para alimentos y biocombustibles.
Desde la óptica de los forrajes, el valor nutritivo de los forrajes necesita ser considerado en distintos aspectos productivos y complementariamente desde el punto de vista de la sustentabilidad.
Los rumiantes, básicamente deberían pastorear en pasturas cultivadas o naturales y pueden suplementarse con heno, silaje y residuos de los cultivos ricos en fibra. (Lea: Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible de Fedegán, resaltado en España)
Todos estos alimentos de los rumiantes no son aptos para el consumo humano, quiere decir que no compiten. Pero esto fue alterado significativamente con la intensificación de la producción, salvo en Nueva Zelanda que con sistemas pastoriles intensivos, el 90% de la alimentación en general proviene del pastoreo directo en pasturas.
Pero aún en el resto de los sistemas intensivos del mundo, donde los granos de cereales son utilizados en grandes cantidades, cerca del 60% de la dieta es rica en fibra que los humanos no pueden aprovechar directamente, aunque sí indirectamente.
Con esto no estamos más que corroborando que los alimentos básicos de los rumiantes son los pastos, henos y silajes, complementados más o menos eficientemente con cereales (granos). Pero esa realidad hoy tiene distintas miradas asociadas a la sustentabilidad, tema al que debemos prestar atención y ocuparnos, aunque
1) sin entrar en fundamentalismos que ubican a los rumiantes como los reos del calentamiento global
2) considerando posibles conflictos con los granos de uso en alimentación humana, animal y biocombustibles
3) evitando los excesos en la intensificación y manteniendo las ventajas de los rumiantes para utilizar alimentos fibrosos. Todo lo que contribuya a mayor sustentabilidad, como mejorar la calidad de los alimentos para rumiantes, deberá ser promovido.
Fuente: www.hensilar.blogspot.com