Durante las últimas tres décadas, el desarrollo de los programas de selección en ganado de leche se enfocaron casi exclusivamente a dos aspectos: el incremento de la producción de leche individual y el fenotipo animal.
Al pasar de un potencial de 4500 litros a más de 9500 litros por lactancia se ha ocasionado una serie de efectos negativos relacionados con el comportamiento reproductivo de varias de las razas especializadas en producción de leche.
Durante mucho tiempo ha existido una especie de “divorcio” entre los investigadores del área de genética y nutrición animal, lo cual ha ocasionado el deterioro manifiesto de la capacidad reproductiva de la mal llamada vaca de alta genética.
Sin embargo existen países que enfocaron sus programas de selección en tres aspectos claves: alta eficiencia reproductiva, longevidad y producciones de leche de acuerdo a sus sistemas de alimentación; tal es el caso de los países de la Península Escandinava y Nueva Zelanda, país que hoy en día presenta uno de los más altos índices de fertilidad en su rebaño lechero y un nivel de producción individual coherente con su sistema de pastoreo.
En nuestro caso los efectos negativos de un alto potencial de producción de leche sobre la eficiencia reproductiva son evidentes; esto ha conllevado a una disminución en la rentabilidad y a un lento crecimiento de la población de vacas especializadas en producción de leche. No caemos en cuenta de que este es uno de los pocos negocios ligados a un parto anual.
Energía y reproducción
El balance energético de una vaca en producción se define como la diferencia entre la energía consumida por el animal y la energía utilizada para la producción de leche y mantenimiento, incluyendo las funciones reproductivas.
La vaca seleccionada por alta capacidad de producción presenta una característica muy singular que consiste en su habilidad para movilizar un buen porcentaje de su peso vivo (reservas corporales) y transformarlo en leche. (Lea: Los múltiples beneficios de las sales minerales en el ganado bovino)
Esta pérdida de peso es evidente en nuestros sistemas de pastoreo: es muy común el descenso de 1.5 puntos de la condición corporal durante los primeros 120 días de lactancia, equivalentes a aproximadamente 85 kilos de peso vivo, es el llamado fenómeno de balance energético negativo (BEN).
La vaca de alta capacidad de producción destina una alta proporción de los nutrientes ingeridos hacia la producción de leche y no al mantenimiento de su condición corporal.
Esta característica se debe a los bajos niveles de insulina que presentan este tipo de vacas al inicio de su lactancia; algo similar al problema de la diabetes en el ser humano con la diferencia de que la vaca utiliza gran parte de su glucosa para producir leche y el humano la mantiene circulando en su sistema sanguíneo.
Las consecuencias negativas de esta habilidad de repartición de nutrientes se manifiestan en cambios hormonales que impactan negativamente el comportamiento reproductivo. En el siguiente esquema se resumen dichos efectos:
AGNE = ácidos grasos no esterificados provenientes de las reservas corporales, HC= hormona
del crecimiento, LH =hormona luteinizante.
El factor más importante a tener en cuenta en los sistemas de pastoreo está relacionado con la oferta y calidad del pasto; desafortunadamente la capacidad de consumo de pasto tiene un límite físico que está por debajo de los requerimientos energéticos de una vaca de alta producción. Las alternativas nutricionales para tratar de corregir el balance energético negativo se han basado en la utilización de suplementos energéticos, tales como las fuentes de almidón y grasas.
La utilización de alimentos con un alto contenido de almidón es una de las prácticas más comunes en los sistemas de confinamiento; su efecto positivo en el comportamiento reproductivo se manifiesta en un incremento en los niveles de insulina lo que facilita el reestablecimiento de la condición corporal y la función ovárica.
Las recomendaciones o sugerencias del contenido de almidón en la ración para este tipo de vacas son de un 25 – 30% del material ingerido; desafortunadamente el contenido de almidón en un pasto de excelente calidad no llega al 4% lo que significaría que tendríamos que suministrar por lo menos 6.0 Kg. de maíz a las vacas de alta producción al inicio de su lactancia.
La utilización de alimentos concentrados o materias primas con un alto contenido de almidón facilitan la recuperación de la condición corporal y un mejor comportamiento reproductivo, sin embargo, se deben tener en cuenta los siguientes factores de riesgo que conlleva el sistema de suplementación durante el ordeño:
• Incremento en la incidencia de acidosis ruminal.
• Menor digestibilidad del forraje.
• Menor contenido de grasa en leche.
Con el fin de evitar estos riesgos se deben utilizar algunos aditivos como los neutralizantes del pH del rumen y levaduras específicas. En varias explotaciones se está utilizando el sistema de raciones parcialmente mezcladas que incluyen ensilajes de maíz o avena, materias primas y aditivos que disminuyen los riesgos anteriormente mencionados. (Lea: 8 cualidades que usted debe saber sobre el semen del toro ideal)
En nuestro medio las fuentes de alto contenido de almidón y de relativa fácil consecución son el maíz, la yuca y granos partidos de arroz. Afortunadamente, como consecuencia de la elaboración de los biocombustibles a partir de los cultivos de la palma Africana, se está obteniendo el glicerol cuyos efectos nutricionales son muy similares a los granos, con un costo significativamente menor.
La utilización de grasas de origen vegetal como fuentes de energía es un tema de alta controversia debido a los siguientes factores:
• Contenidos de grasa mayores al 4% en la ración inhiben la digestión de
la fibra de los forrajes.
• Riesgo de disminución en el contenido de grasa en leche.
• Resultados no consistentes en el comportamiento reproductivo.
La utilización de las grasas de sobrepaso (calcio – aceite de palma) en los sistemas de pastoreo no han demostrado resultados consistentes en cuanto a sus beneficios en el comportamiento reproductivo. Varios estudios científicos han demostrado un incremento en la concentración de grasa en leche y una menor ganancia de peso cuando se les compara con la utilización de almidones (A. van Knegsel. 2007)
En nuestros sistemas de pastoreo el déficit más importante es la energía para los microorganismos del rumen, los cuales son los principales proveedores de energía y proteína para la producción de leche y mantenimiento de la vaca. La grasa no es una fuente de energía para el rumen, por esta razón los ensayos con este tipo de grasas de sobrepaso han tenido resultados no confiables en los sistemas de pastoreo.
Proteína y reproducción
Este es otro tema controvertido en los sistemas de pastoreo. Los requerimientos de proteína para vacas de alta producción están en el rango de 16 – 19% del consumo total de materia seca; pastos con un contenido de proteína bajo inhiben el crecimiento de los microorganismos del rumen que se refleja inmediatamente en un descens
Se aduce que pastos con valores de proteína cruda superiores al 20% incrementan las concentraciones de amoníaco y urea en leche y sangre, parámetros que se intentan correlacionar con un bajo comportamiento reproductivo. Por experiencia personal, he comprobado que la suplementación con fuentes de almidón y azúcares normalizan inmediatamente los valores de urea en leche (< 14 mg / dl).
Recientes estudios hechos en Nueva Zelanda (O.Madibela, 2010) han demostrado que vacas consumiendo pastos con valores de proteína superiores al 23% sin suplementación energética, presentan valores de urea en sangre superiores a 43 mg/dl, algo que consideraríamos como tóxico para el embrión, sin embargo, estas vacas presentaron un comportamiento reproductivo normal: el 85% de las vacas de este experimento estaban preñadas a los 150 días posparto.
Una de las principales conclusiones de esta tesis de posgrado es la siguiente: vacas seleccionadas por alta producción y poca o nula selección por comportamiento reproductivo son susceptibles a los posibles efectos negativos de una alta concentración de urea en sangre.
Lo anterior confirma que los programas de selección basados en alta producción sin tener en cuenta la selección por fertilidad no han sido benéficos para nuestros sistemas de pastoreo.
Muchas veces se recomienda disminuir las aplicaciones de fertilizantes nitrogenados a los pastos, sin tener en cuenta que esta decisión ocasiona una disminución significativa de la producción de forraje, lo cual afecta significativamente la capacidad de carga y producción de leche por hectárea.
La opción de usar suplementos con fuentes de energía (almidón o glicerol) es benéfica para las vacas de alta producción, ya que al incrementarse la oferta de energía en el rumen se disminuyen significativamente los niveles de amoníaco (precursor de la urea en leche, sangre y orina) y, a la vez, se logra un mayor crecimiento de los microorganismos del rumen, que proveen gran parte de la energía y proteína necesaria al rumiante.
Una nueva hipótesis
Una alta producción de leche está íntimamente correlacionada con un elevado consumo de materia seca por parte del animal. (Lea: La estimulación ovárica en la ganadería bovina)
En nuestros sistemas de pastoreo se logran en algunos casos producciones superiores a 9000 – 10000 litros por lactancia mediante programas de suplementación elevados, equivalentes a un consumo de 12 – 13 kilos de suplementos o concentrados y de 12 – 15 Kg.de materia seca proveniente del pasto.
Estos altos consumos de materia seca incrementan significativamente los volúmenes de flujo sanguíneo al tracto digestivo y posteriormente al hígado. Recientes estudios efectuados en la Universidad de Wisconsin (M.Wiltbank. 2009) han comprobado que este incremento en el flujo sanguíneo al hígado ocasiona un metabolismo (rompimiento) de la progesterona y estrógenos circulantes.
La disminución en los niveles circulantes de estas hormonas tienen las siguientes consecuencias:
• Baja duración del celo.
• Incremento en la presentación de ovulaciones dobles (parto gemelar).
• Baja rata de preñez.
• Mayor incidencia de muerte embrionaria.
Los efectos negativos en el comportamiento reproductivo por un alto consumo de materia seca y elevada producción de leche se manifiestan con mayor énfasis en nuestros sistemas de pastoreo, debido a los mayores gastos de energía relacionados con el ejercicio físico al caminar y pastorear; menor disposición de oxígeno por la altura sobre el nivel del mar y eliminación de excesos de urea vía orina.
El actual deterioro del comportamiento reproductivo en las vacas seleccionadas por alta producción es evidente en nuestro medio.
Las soluciones nutricionales mágicas no existen y, a mi modo de ver, sólo lograremos un mejor resultado a largo plazo (10 – 15 años) si nos enfocamos en programas genéticos que tengan como prioridad los índices de fertilidad y una capacidad de producción de leche acorde con nuestro principal y más barato nutriente: el pasto.
Referencias bibliográficas
A. van Knegsel. Energy partition in dairy cows. Effects of lipogenic and glucogenic diets on energy balance and reproduction. PhD Thesis. Wageneing University. The Netherlands. 2007.
M. Wiltbank. Interaction of hormones and nutrition on reproductive efficiency of dairy cows. Penn State Dairy Cattle Nutrition Workshop. 2009.
O. Madibela. Protein nutrition of livestock grazing quality pasture. PhD Thesis. Lincoln University. New Zealand. 2010.
Fuente: http://www.prenareurogenetica.com/ Jaime Henríquez.