Las cercas vivas no solo sirven como barrera rompevientos. Hacen parte de los proyectos de re- conversión ganadera como una estrategia para proveer sitios de refugio y anidamiento para especies animales, mejorar la fertilidad en el suelo y proporcionar ingresos adicionales a los producto- res (Harvey, et al., 2003), y bien administradas se constituyen en otra fuente de ingreso.
En fincas ganaderas se pueden establecer a partir de arreglos lineales, con árboles nativos como matarratón, nacedero, aliso, ar- boloco, encenillo, roble andino, cedro negro, cedro de altura y arrayán de Manizales, y especies introducidas como acacia negra, acacia japonesa, urapán y eucalipto, entre otros, dependiendo de la región, la altura de la finca y las necesidades y preferencias del productor ganadero.
Para contribuir a mejorar la diversidad biológica asociada a las cercas vivas, es importante lograr diferentes estratos vegetales a partir de un manejo de la sucesión vegetal bajo los árboles de la cerca y, de esta forma, con el paso del tiempo, el arreglo lineal se hará más complejo, convirtiéndose en un pequeño corredor biológico que permite la conectividad de los fragmentos de bosque y el tránsito de fauna y flora nativa en los ecosistemas ganaderos.
Beneficios económicos
La valoración económica de los procesos ecológicos que se llevan a cabo en las cercas vivas, permite cuantificar los servicios ambientales y constituye una estrategia para mitigar, controlar y revertir los acelerados procesos de deterioro ambiental y la pérdida de diversidad biológica (Espinosa, et al., 1999).
Los costos de establecimiento de las cercas vivas dependen del punto de partida al iniciar el pro- ceso, las especies a utilizar, los métodos de siembra y las condiciones particulares de cada región. El establecer un kilómetro de cerca viva con diferentes especies de árboles nativos y maderables protegidos con cerca eléctrica comparada con la misma extensión de cerca usando postes muertos y cerca eléctrica, tiene una inversión que en algunos casos es menor y en otros puede ser del 18% más.
Esta inversión inicial está de- terminada por la compra de plántulas, abonos y mano de obra necesaria para la siembra y el mantenimiento de los árboles. Sin embargo, cuando la cerca viva se construye a partir de una o dos especies de árboles reproducidos por estaca e introducidos en un cerco muerto con alambre de púa existente, la inversión inicial resulta 40% más económica que establecer la cerca muerta tradicional.
Adicionalmente a los beneficios económicos iniciales de la cerca viva, con respecto a la cerca muerta, es importante tener en cuenta que la posteadura de madera tiene una duración promedio de 6 años y, por lo tanto, es necesario reemplazarla al menos 2 veces en un periodo de 12 años, lo cual la convierte en un componente del sistema que genera egresos sin brindar posibilidades de aprovechamiento a me- diano y largo plazo.
En el mismo periodo de tiempo, los árboles de las cercas vivas pueden generar ingresos adicionales para el ganadero, los cuales se encuentran representados por la producción de madera para postes, leña y forraje. Los ingresos obtenidos por el aprovechamiento de madera en las cercas vivas dependen de la especie utilizada para el establecimiento, la tasa de crecimiento, el tiempo de corte y el valor comercial de la madera (Galindo, et al., 2006).
Las especies son arboloco, eucalipto, acacia gris, pino y aliso. Las especies arbóreas comúnmente utilizadas en el establecimiento de cercos vivos, en la zona andina, presentan diferentes turnos de corte.
De esta forma, las cercas diversificadas con especies arbóreas nativas y maderables pueden ser cosechadas en diferentes turnos de corte y proveer ingresos adicionales al productor en varios periodos de tiempo, por lo cual constituyen una interesante alternativa para los programas de reconversión ganadera y contribuyen a la promoción de otros servicios ambientales en el agropaisaje (Artículo de Cipav, publicado en carta Fedegán).