La melaza se emplea desde hace mucho tiempo en la alimentación del vacuno a través de su incorporación en los piensos compuestos y más recientemente como ingrediente en fábricas que comercializan mezclas unifeed con y sin forraje. Más que por motivos nutricionales, la melaza se ha empleado para mejorar la apetencia de las mezclas, reducir el polvo y evitar la selección por parte de las vacas, ya que evita que separen el forraje del concentrado en mezclas completas. En este mismo sentido, en los dos últimos años se está viendo como aumenta el número de ganaderos que emplean la melaza directamente en la granja, instalando depósitos que favorecen su manejo y su incorporación en el carro unifeed. Aunque en principio las razones de su empleo eran las citadas anteriormente (mejorar la apetencia, incrementar la ingestión y reducir la separación de comida), la exigencia de buscar nuevas alternativas nutricionales está cambiando el enfoque de su empleo, y está cobrando más relevancia su carácter nutritivo que su función de manejo en las raciones. (Lea: El Mezclagán "les salva la vida” a los ganaderos de Colombia) Y es que la melaza es un alimento muy rico en azúcar, una fuente de energía encuadrada en el mismo grupo que el almidón (carbohidratos no fibrosos = CNF) pero de distinta fermentación. C. Sniffen (2013) afirma que el azúcar (la melaza) ha cambiado su posición como producto usado básicamente por su palatabilidad para convertirse en un nutriente esencial para el mantenimiento y la eficiencia del rumen, lo cual ayudará a los ganaderos a mejorar su rentabilidad. Pero, ¿qué le ha llevado al autor a formular esta afirmación? En mi opinión es la necesidad de mejorar la eficiencia ruminal a través del empleo de diferentes fuentes de energía que eviten la acumulación de ácidos en el rumen. Formular raciones de alta energía lleva a emplear un alto nivel de almidón que es potencialmente perjudicial para la vaca, al producir mucho ácido láctico en el rumen como producto intermedio de fermentación; el ácido láctico acumulado en el rumen reduce el pH, altera el ecosistema ruminal y termina provocando acidosis ruminal. El riesgo es potencial, no siempre ocurre, pero se debe ser consciente de que cualquier variación en uno de los innumerables puntos que conforman el manejo alimentario puede ser desencadenante de la enfermedad, aunque la ración esté perfectamente formulada. En este sentido, el empleo de melaza tiene una gran ventaja: su composición en azúcares más sencillos (sacarosa) hace que su fermentación sea más rápida y completa (Sniffen, 1992; Weisbjerg, 1998), y que los ácidos producidos en el rumen sean absorbidos más rápidamente, con lo que no se acumulan en el rumen y el riesgo de producir acidosis ruminal es mucho más bajo (Oba, 2014). (Lea: Guía para preparar un sencillo biofertilizante en su predio) Además, los azúcares de la melaza estimulan la fermentación ruminal, aumentando la producción de proteína microbiana y reduciendo los niveles de amoniaco. Por lo tanto, la posibilidad de combinar diferentes fuentes de carbohidratos no fibrosos en las raciones (azúcares y almidón) se presenta como una estrategia de formulación muy beneficiosa para la salud ruminal, al disminuir el riesgo potencial de provocar acidosis ruminal. Se han publicado varios trabajos que han demostrado que la sustitución de almidón por azúcar soluble tiene efectos beneficiosos sobre la productividad. Si se toma como ejemplo el de Broderick (2008), se ve cómo la incorporación de azúcar en todos los rangos de sustitución incrementa la ingestión de materia seca, la producción de leche, grasa y proteína, y mejora sustancialmente la calidad. A raíz de los trabajos de investigación realizados y de los resultados de las pruebas de campo, cada vez es más habitual la incorporación de melaza como un ingrediente de elección para formular raciones equilibradas en fuentes de energía. Fuente: http://albeitar.portalveterinaria.com/noticia/14354/articulos-nutricion/la-alimentacion-liquida-en-rumiantes.html
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La melaza como referencia de alimento líquido
31 de Octubre 2016