La comunidad científico-médica lleva años debatiendo sobre si comer carne es bueno o malo para la salud. La respuesta no puede emitirse con contundencia, ya que en ella influyen muchos factores. Desde cómo cocinamos la carne pasando por cuál elegimos, qué cantidad o cuáles son las circunstancias de salud de cada persona.
Hay investigaciones que apoyan argumentos en los dos sentidos. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Adelaida en Australia (2022) que estudió el consumo de carne en 175 países afirmó que no solo era buena para la salud, sino que aumenta la esperanza de vida a nivel comunitario. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró en 2015 que los productos cárnicos procesados, entre los que se encuentran las salchichas o las hamburguesas, eran "carcinógenos para los humanos".
Ahora, la Dra. Georgia Ede, psiquiatra formada en Harvard y especializada en nutrición y metabolismo cerebral, realiza un alegato desmitificador: "La carne es buena para la salud. Hay expertos que podrían discrepar conmigo, y muchos investigadores siguen buscando pruebas que relacionen la carne con las enfermedades cardiacas, por ejemplo".
Sin embargo, ella alega tras sus 25 años de experiencia clínica (que incluyen 12 años como psiquiatra y asesora nutricional en el Smith College y en los Servicios de Salud de la Universidad de Harvard) todavía no ha encontrado "un argumento creíble y plausible contra el consumo de carne de cualquier tipo, incluida la carne roja, el marisco y las aves de corral".
La autora de Cambia tu dieta, cambia tu mente escribe en un artículo publicado en la revista de la CNBC que "como psiquiatra diplomada por Harvard, especializada en psiquiatría nutricional y metabólica, hace tiempo que siento curiosidad por la relación entre la alimentación y la salud cerebral, así como el bienestar general".
Sin embargo, en su experiencia, "ningún otro grupo de alimentos es lo bastante nutritivo, seguro o geográficamente accesible como para recomendarlo como base saludable de la dieta humana óptima. Así que si sólo pudiera permitirme comprar alimentos de un grupo, daría prioridad a la carne", remata.
Por qué la carne es buena para la salud
En palabras de Ede, la carne es buena para la salud intestinal porque no irrita, es fácil de digerir y favorece unos niveles saludables de insulina sin provocar picos de glucosa en sangre. Además, aporta todos los macronutrientes y micronutrientes que necesitamos.
En esta lista se incluyen algunos que son difíciles o imposibles de obtener a partir de alimentos vegetales. Por ejemplo, es una fuente excelente de todas las vitaminas del grupo B, incluida la B7, que las plantas contienen en muy poca cantidad, y la B12, que las plantas no contienen en absoluto.
Por otro lado, "sólo la carne contiene hierro hemo, una forma de hierro al menos tres veces más fácil de absorber que el hierro no hemo de las plantas. Y sólo los alimentos de origen animal contienen la forma MK-4 de la vitamina K2, que es más fácil de absorber (y es la que utiliza el cerebro humano)", explica.
"Algunos científicos sostienen incluso que comer carne nos hizo humanos, es decir, que nos permitió dedicar menos energía y espacio corporal al largo tracto intestinal necesario para procesar dietas ricas en fibra y plantas, de modo que pudimos invertir más energía en desarrollar nuestros cerebros de tamaño único", subraya.
Cómo nutrir, proteger y dar energía al cerebro con carne
Sin embargo, Ede es consciente de que su consumo debe realizarse de forma correcta para que resulte saludable. Por ello, aporta algunos consejos para incorporar la carne a tu dieta. En primer lugar, anima a elegir carnes sanas. "Siempre que sea posible, elige carnes de animales salvajes o de animales que hayan sido criados de forma humanitaria, con amplio acceso al aire libre y alimentados con una dieta apropiada para su especie", indica.
De todos modos sugiere que "no dejes que lo perfecto sea enemigo de lo bueno" y que "si no puedes acceder a carne de alta calidad o no te la puedes permitir, hazlo lo mejor que puedas". No tiene por qué ser carne roja. "El marisco, el pescado graso, el pato y el hígado de ave son alternativas muy nutritivas a la carne roja (carne de mamíferos)", dice. También anima a "comer productos frescos y elegir carnes frescas no procesadas (o recién congeladas) siempre que sea posible".
También anima a "no temer las grasas animales naturales". Y subraya que "los cortes de carne más grasos son más sabrosos, más nutritivos y, a menudo, más baratos. Por desgracia, las grasas de cerdo y aves de corral procedentes de animales criados convencionalmente pueden tener un alto contenido en ácido linoleico, un frágil ácido graso omega-6 con tendencia a degradarse en subproductos tóxicos que pueden causar un dañino estrés oxidativo en todo el cerebro y el resto del organismo".
En cuanto a cómo cocinarla, dice que "suavemente". La experta de Harvard añade: "No cocine demasiado la carne, ya que dañará sus nutrientes y su sabor. Recorte las zonas quemadas o ennegrecidas de las carnes asadas o cocinadas a altas temperaturas", señala.
Por último, anima a pensar en nuestros objetivos proteínicos. "Aunque varían en función de la edad, el peso corporal ideal, el estado de salud, el nivel de actividad y otros factores, la mayoría de las necesidades de los adultos se sitúan entre 0,6 y un gramo de proteína por kilo de peso corporal ideal. Por ejemplo: Una mujer con un peso corporal ideal de 125 libras (56,6 kilos) necesitaría al menos 75 gramos de proteínas al día, aproximadamente la cantidad que se encuentra en una libra (450 gramos) de carne picada magra al 85%".
En cualquier caso, no hay que excedernos. "Comer proteínas en exceso puede aumentar los niveles de insulina (e incluso aumentar ligeramente los niveles de glucosa en algunas personas). Hay muchas preguntas sin respuesta sobre la nutrición, pero yo diría que la respuesta a la pregunta de si la carne debe formar parte de la dieta humana es un rotundo sí".
Fuente: La Razón