El proyecto europeo CATRA pone de manifiesto las deficiencias y puntos críticos que causan estrés durante el transporte de ganado bovino.
El transporte, tanto si se trata de cortos trayectos como si son viajes de larga duración, causa estrés en los animales.
Su consecuencia más directa es una merma de calidad, cuando no una reducción de productividad.
Identificar los puntos críticos del transporte, así como deficiencias claramente mejorables, es el objetivo del proyecto europeo CATRA, cuyos resultados, deben aportar luz para la futura ley europea de Bienestar Animal. (Lea: Nadie quiere carne y leche de bovinos maltratados)
El pasado verano se presentaron en Bruselas los resultados finales de CATRA, un proyecto europeo que durante más de tres años ha investigado las consecuencias del transporte de ganado bovino sobre el animal y la calidad de la carne.
El transporte, según se destaca en las conclusiones, es uno de los puntos clave para garantizar el bienestar de los animales, pero todavía hay poca información para analizar científicamente sus efectos.
Tampoco hay mucha información sobre cómo se está haciendo actualmente. Por ese motivo, los objetivos de CATRA incluían tanto el análisis del efecto del transporte como la realización de una encuesta que recogiera la realidad en el ganado bovino.
Unas 86 granjas, 43 transportistas y 28 mataderos participaron en la encuesta que realizó en España el Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, participante de CATRA.
En el proyecto participaron grupos de investigación de Suecia, Finlandia, Alemania, Eslovenia, Noruega, España e Italia, además de tres empresas, de Suecia, Finlandia y Alemania.
En general, explica Gustavo María Levrino, coordinador del grupo español y profesor de la Universidad de Zaragoza, la encuesta revela que se trabaja bien pero que hay “puntos a mejorar”, como la logística o la coordinación entre transportistas, mataderos y granjas.
Para empezar, dice, la descoordinación hace que el transporte sea más caro para todos. Pero además repercute negativamente en el animal, que está sometido a más esperas y expuesto a ser transportado al camión en horas inapropiadas. Lo mejor, recuerda el experto, sería hacerlo muy temprano o a última hora de la tarde, evitando las horas de calor y los atascos.
Por otra parte, durante el transporte no hay control veterinario para garantizar el bienestar del animal. También puede ocurrir que, por simple descoordinación, en las descargas no haya veterinarios disponibles.
Además, si la descarga la efectúan transportistas que no han recibido la formación adecuada, puede que mezclen grupos sociales de animales, lo que les causa estrés, o que, si no está bien planificada la carga, no se respete el espacio de 1,7 metros mínimo por animal. (Lea: La fiebre de embarque, un mal que puede ocasionar muerte fulminante de reses)
Una forma para evitar estos desajustes, precisa Levrino, sería asociar a los transportistas, en su mayoría enrolados en empresas pequeñas y medianas, organizar cursos de formación específicos y conseguir a largo plazo que sean los propios transportistas los que eduquen a sus compañeros más inexpertos. Es lo que se está haciendo ya en otros países como el Reino Unido.
Duración del transporte
Según se desprende del macroestudio europeo, no es tan importante el tiempo del transporte como las condiciones en las que se hace. Los investigadores de CATRA han estudiado ambos factores de forma independiente y los resultados revelan que tan estresantes son los tiempos de transporte muy cortos como los largos.
El experimento se hizo con diferentes grupos de ganado bovino realizando un mismo trayecto y con las condiciones del camión cuidadosamente controladas. La única diferencia era la duración del transporte: 30 minutos, 3 horas o 6 horas.
“Tiempos muy cortos”, explica Levrino, “son muy estresantes porque el animal no llega a adaptarse”. Con tiempos muy largos el animal se adapta pero sufre deshidratación y un descenso de sus reservas energéticas. La consecuencia es un estrés innecesario para el animal y una carne de peor calidad.
Si se trata de animales que son transportados a cebaderos de otro país, como las terneras frisonas que se traen de Alemania, la consecuencia del estrés es inmunodepresión en el animal, con todos los efectos que eso conlleva. Se añade otro factor de estrés importante si se trata de crías que son separadas de la madre.
Los transportes de larga duración no son una excepción. Un ejemplo es el que se da entre Aragón y Sicilia, donde ha arraigado la costumbre de comprar al animal vivo para sacrificarlo allí. Incluso si no se superan las 29 horas de duración máxima de transporte que marca la ley, incluyendo los descansos, sigue siendo un viaje muy largo.
“No puede ser ético que un animal se críe en un sitio y tenga que ser llevado a sacrificar a otro lugar tan alejado”, reflexiona Levrino.
Quizá la situación cambie con la propuesta de una nueva normativa que está estudiando la Comisión Europea. Aunque existen dudas.
Una de las propuestas es que la duración máxima del viaje sea de 9 horas con un descanso de 12 horas dentro del camión, un descanso que no se acaba de entender. Doce horas en camión parado le parecen a este investigador “incomprensibles”. (Lea: Cómo afecta el cuidado de los animales la calidad de la carne)
No hay argumentos técnicos, añade, para asegurar que nueve horas de transporte son mejor que diez, por lo que no acaba de entender la limitación que quiere plantearse. “Si se coge un mapa”, enfatiza Levrino, “se verá con facilidad que nueve horas es poco tiempo" para completar largos trayectos. En esos casos, los animales necesitan un descanso «sin duda» pero esas doce horas en el camión no parecen “lo más sensato”.
Pese a ello, en la propuesta comunitaria, hay aspectos considerados positivos, como la limitación de transportar crías, que sólo se podrán separar de la madre a partir de cierta edad. De cualquier forma, "el gran problema de esta normativa que tiene que velar por el bienestar de los animales es que «es difícil que sea buena para todos los países y animales", admite Levrino. «Habrá que controlar que se cumpla de forma correcta", añade.
Los encargados de aplicar la normativa son las Comunidades Autónomas pero tienen limitaciones técnicas. "Hacen lo que pueden".
La caja negra del transporte animal
Uno de los frutos de CATRA ha sido el desarrollo de la Smart Box, una especie de "caja negra" que controla de forma automática en el camión todos los factores que tienen incidencia sobre el bienestar del animal y la calidad de la carne. La idea era que factores como paradas, frenadas, temperatura, posición de los animales, velocidad del aire y gases, debían ser registrados mediante sensores y cámaras de vídeo y transmitidos por satélite a la central logística desde donde se controlaría la calidad del transporte. Incluso se pensó en añadir sensores para recoger el ritmo cardíaco de los animales.
El prototipo de este sistema fue presentado en la Comisión Europea y ahora una empresa está tratando de llevar ese desarrollo a una aplicación comercial. Otro fruto es el haber conseguido asociar a los transportistas de Aragón y el inicio de cursos para veterinarios y conductores con la Dirección General de esta comunidad autónoma.
Fuente: http://www.consumaseguridad.com