En México predomina la ganadería extensiva, basada en monocultivos de pastos, sin planificación en el manejo del pastoreo, potreros sin sombra, utilización excesiva de agroquímicos y demás prácticas ganaderas que contribuyen, entre otras cosas, a la obtención de márgenes de utilidad mínimos, asociado a que son sistemas más frágiles y susceptibles al impacto de plagas y fenómenos climatológicos adversos.
La ganadería sustentable promueve alternativas que mejoran la productividad y conservan el ambiente, por ejemplo, para enfrentar los largos periodos de sequía, las tierras de pastoreo con mayor diversidad de plantas adaptadas al entorno, tanto leguminosas, árboles y pastos garantizan una mayor resistencia a las perturbaciones ambientales al estabilizar la productividad.
La presencia de un mayor número de especies forrajeras produce mayores tasas fotosintéticas que repercuten en mayores rendimientos de biomasa, incremento en la producción de raíces, profundidad de enraizamiento y mayor acumulación de carbono en el suelo, es decir, se reactiva la vida microbiana, producto de mayor materia orgánica y menor erosión. (Lea: Ganadería sustentable: eficiencia y servicios ecosistémicos (I)
La utilización de leguminosas forrajeras es considerada clave de la ganadería sustentable, provee un mejor balance nutricional en la dieta del ganado, propiciando ganancia de peso e incremento en la producción de leche. En los terrenos de pastoreo se incrementa el almacenamiento de nitrógeno y carbono, transformándolos en sumideros de carbono, mitigando las emisiones de CO2. Además, las emisiones contaminantes de CH4 entérico tienden a ser menores en los rumiantes alimentados con leguminosas forrajeras que con gramíneas.
FIRA, entidad de fomento originada en el Banco de México, otorga por medio del Centro de Desarrollo Tecnológico Tantakin, ubicado en Yucatán, cursos sobre el establecimiento y uso de sistemas silvopastoriles.
Asimismo, proyecta establecer 60 hectáreas de sistemas silvopastoriles, constituidos en tres estratos: a) híbridos de pastos, b) leguminosas y c) árboles con potencial forrajero. Con lo cual, se busca aumentar la productividad entre 15 y 20 %, reducir el costo de producción y mitigar las emisiones contaminantes a razón de 17 y 32 t de CO2/ha/año. El diseño de políticas públicas que incentiven la adopción de prácticas de manejo enfocadas a la ganadería sustentable es un asunto pendiente en el país.
La reconversión de áreas ganaderas degradadas a sistemas ganaderos sustentables forma parte de las estrategias para incrementar la producción de leche y carne en México, otorgar servicios ecosistémicos, y generar mayores utilidades para el sector primario.
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