Contaminación de las aguas, sequía y la degradación del suelo, son solo algunas de las consecuencias que la industria agropecuaria tradicional puede traer consigo.
Para frenar y eventualmente revertir los daños, en Pirque se instaló un centro de ganadería regenerativa, un proceso que que promete recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad.
Una pradera sana requiere que el suelo contenga los minerales y microorganismos adecuados para su desarrollo. Para esto es esencial la materia orgánica, que por lo demás, es la principal responsable de la retención de agua en el suelo y proviene de la descomposición de los residuos de plantas, animales y microorganismos del subsuelo y micorriza (ambiente que rodea a las raíces).
Actualmente, casi la mitad de los suelos (49,1%) de Chile presentan erosión, especialmente en la zona centro de nuestro país y de acuerdo con los estudios que existen sobre el tema, el sector agropecuario es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero, que junto con los efectos del uso de tierras, están entre las principales causas del calentamiento global.
Además, la agricultura y la ganadería contribuyen directamente a las emisiones de gases de efecto invernadero por medio de las técnicas empleadas para el cultivo de granos y monocultivos, y la cría de ganado.
A raíz de esto, en Pirque se levantó un centro de ganadería regenerativa, impulsado por el equipo de la Estación Experimental Agrícola Julio Ortúzar Pereira, el cual que tiene como objetivo revertir efectos generados por el cambio climático mediante la restauración de la materia orgánica y la biodiversidad del suelo: incrementando así la capacidad de almacenamiento de carbono en el mismo.
Pero, ¿qué es la agricultura regenerativa?
La práctica de la agricultura regenerativa intenta trabajar con la naturaleza para recuperar los ecosistemas, fortalecer las comunidades y mejorar la rentabilidad, ya que un suelo vivo y sano es la base para una producción vegetal abundante, sana y rentable.
Este sistema funciona en base a cuatro puntos claves, los cuales son: reducir la labranza al mínimo o cero, para así permitir el ingreso de oxígeno a la tierra; el uso de composta en el suelo y la no utilización de fertilizantes; el cambio de especies de forraje dependientes de fertilizantes sintéticos por plantas locales y, por último, la rotación diaria y continua de cabezas de ganado a lo largo de potreros definidos y de menor tamaño simulando un efecto “manada”.
Rafael Larraín, impulsor e investigador del centro de ganadería regenerativa, explica que esta práctica se puede aplicar en todo Chile y el mundo, ya que los cuatro puntos claves son los mismos para cualquier zona del planeta, solo varían las especies de forraje, ya que se deben utilizar las locales. Además, agrega que en Chile estamos atrasados con respecto a lo que está ocurriendo en otros países y que comparados con Argentina, Colombia o Brasil, estamos retrasados en la aplicación de esta técnica en los cultivos.
Se espera que este centro sirva como un lugar de aprendizaje, para que cualquier persona que se interese, quiera conocer más sobre el tema o los mismos agricultores que estén pensando en aplicar la técnica regenerativa, puedan ir al campo y aprender a trabajar la tierra de una manera holística y amigable con el medio ambiente.
Desde la Seremi de Agricultura afirman que esta iniciativa tiene un gran potencial para ser replicada en la Región Metropolitana, en lugares que también sufren erosión como consecuencia de prácticas ganaderas. "Como Ministerio de Agricultura y los organismos dependientes, tenemos mucho que aportar a esta iniciativa pionera, poniendo a su disposición nuestra experiencia en temas relacionados como a través del Sistema de Incentivos para la Sustentabilidad Agroambiental de los Suelos Agropecuarios (SIRSD-S), para la recuperación de suelos degradados, a través de servicios como SAG, Inadap y Odepa”, señalaron.
El proyecto se espera que esté listo para fines del 2022 y que, para ese entonces, el campo cuente con las condiciones para hacer ganadería regenerativa, con cero o un mínimo de químicos y con rendimientos similares a lo que puede ser en las condiciones tradicionales, pero con menos costos, consecuencias ambientales y sociales.
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