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Ganadería regenerativa: La alternativa a las macrogranjas

17 de Abril 2022

La emisión de gases de efecto invernadero por parte de la industria cárnica es otro motivo más para defender la ganadería regenerativa.  

Más allá de la controversia un tanto impostada sobre “macrogranjas sí o macrogranjas no” o la de “ganadería intensiva versus extensiva”, la polémica suscitada a raíz de la entrevista del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en el periódico The Guardian, representa una estupenda oportunidad para dar a conocer otros modelos de desarrollo agrícola y ganadero que no sólo cuentan con el aval de la Unión Europea, sino que suponen una alternativa para luchar contra la despoblación rural, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático. Nos referimos a la ganadería regenerativa.

Un ejemplo de este modelo de ganadería sostenible lo encontramos en El Baldío de Talaván, una finca ubicada entre el monte mediterráneo de Monfragüe y los Llanos de Cáceres, donde se lleva a cabo un proyecto de manejo agroganadero que además de productos como la carne o la miel, produce naturaleza, generando espacios para las especies más emblemáticas de la dehesa extremeña. “Apostamos por el ganado como pieza fundamental para mantener los suelos vivos”, explica Laura García, técnico de Fundación Global Nature y responsable de la finca. “Nosotros hemos constatado que existen muchos beneficios cuando la dehesa se maneja mediante un pastoreo rotacional”.

Mantener vivo el suelo

En una extensión de más de 200 hectáreas de terreno, la Fundación Global Nature lleva a cabo prácticas ganaderas regenerativas que lejos de ser nuevas son muy antiguas, como el redileo y la trashumancia. “Lo importante es que los animales se muevan muy juntos, de forma que pasten intensamente en la misma superficie durante un breve periodo de tiempo, para después no volver a ese mismo lugar hasta haberse garantizado el descanso necesario del pasto”, afirma Laura García.

Gracias a este trabajo de planificación, la parcela en la que han pastado las vacas descansa el tiempo suficiente como para potenciar la fotosíntesis de las plantas y favorecer que rebroten con fuerza antes de volver a comenzar un nuevo ciclo. De esta forma, “cuando el ganado pisa el suelo ayuda a semillar, convirtiéndose en el tractor y la sembradora del campo, o la desbrozadora y los corredores biológicos de la naturaleza”, indica la experta en ganadería extensiva y conservación de pastos.

Del mismo modo, cuando el ganado está bien gestionado, el estiércol contribuye a alimentar a las plantas y mantenerlas vivas, ayudando a descomponer la materia orgánica para que se integre de nuevo en el ciclo de vida del ecosistema.

En el otro lado de la balanza se encuentran las macrogranjas. La concentración de purines y excrementos en los sistemas de producción ganadera intensiva conllevan graves impactos ambientales que contaminan las aguas y perjudican al mundo rural. Por ejemplo, el 41% de los acuíferos catalanes está contaminados por purines. La densidad de cerdos en las diez comarcas más contaminadas alcanza los 614 cerdos/km2, la mayor densidad del planeta. La Comisión Europea ya ha dado varios ultimátum a España para que frene la contaminación de las reservas de agua subterráneas por incumplimiento de la Directiva de Nitratos, de 1991, que establece el control las aguas e identificar a las personas afectadas o que puedan verse afectadas por la contaminación causada por nitratos de origen agrícola y ganadero.

Reto demográfico

El objetivo de la ganadería regenerativa es recuperar la función tradicional de los herbívoros a través de un manejo natural del ganado que permite cuidar y alimentar a los animales, al mismo tiempo que ayuda a enriquecer el suelo, evitando su erosión y respetando el bienestar animal.

El responsable de conseguir que esos herbívoros, hoy ganado, sean parte de ese equilibrio, que antes llegaba de forma natural, son las personas; ellas manejan el ganado y toman las decisiones en el sector agrario.

Sin embargo, el actual sistema de ganadería intensiva en España tiende a reducir el número de ganaderos, de granjas y de terrenos dedicados a pastos. Las cifras no dejan lugar a dudas: mientras el número animales aumenta (tres millones de cabezas de ganado más que en el año 2015) el número de granjas es cada vez menor (11 000 explotaciones menos que en 2015).

Asimismo, han disminuido de forma drástica muchas de las especies de animales ovinos, caprinos, porcinos y bovinos que forman parte del extenso patrimonio genético de todo el territorio nacional. Según datos oficiales, de las 184 especies autóctonas presentes en el catálogo oficial, 157 (el 82 %) están en peligro de extinción.

Proteger el medio ambiente

En la dehesa “El Baldío”, Fundación Global Nature mantiene un rebaño de razas autóctonas: vaca blanca cacereña, oveja merina negra y diferentes razas de gallinas en peligro de extinción (negra castellana, andaluza perdiz, castellana codorniz y extremeña). “España es un tesoro natural en Europa, no sólo por sus espacios protegidos, sino también por tener un paisaje rural con agricultura y ganadería de altísima calidad. Un ejemplo lo tenemos en el millón de hectáreas de pastos que actualmente se encuentran amenazados por la escasa presencia de pastoreo”, indica Laura García.

La desaparición del pastoreo extensivo es una de las causas del empobrecimiento de nuestros pastizales, bosques y montes con matorral, y favorece la proliferación de incendios por la no eliminación de malezas.

Reducir las emisiones de C02

La emisión de gases de efecto invernadero por parte de la industria cárnica es otro motivo más para defender la ganadería regenerativa. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, el 9,1% del total de emisiones de efecto invernadero pertenecen a este tipo de actividad. Suponen 24,8 millones de toneladas brutas de CO2.

Las técnicas regenerativas permiten un aumento de la vida del suelo y de su materia orgánica, así como de su estructura y porosidad. Esto no solo ayuda a incrementar la diversidad y salud de la vida del suelo, también incrementa la capacidad de retener agua y secuestrar carbono, reduciendo los niveles de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera que tanto afectan al clima global. “Son muchas las ventajas que aporta la ganadería regenerativa al mundo rural y al planeta, no sólo una”, responde la experta de la Fundación Global Nature.

Bienestar animal, cuestiones medioambientales, contaminación de acuíferos, despoblación del ámbito rural, desaparición de paisajes tradicionales, elementos de carácter socioeconómico, de salud pública, sanitarios, cuestiones de carácter gastronómico e incluso relativas a la percepción de estatus se conjugan en este debate donde resulta casi imposible conciliar todos los intereses, sobre todo en medio de una campaña electoral particularmente bronca y de trazo cada vez más grueso.

Desde Fundación Global Nature se pide una apuesta decidida por la ganadería regenerativa, y que se trabaje también en modelos de ganadería intensiva más respetuosos con el medio ambiente, porque, como señalaba la reputada primatóloga y antropóloga británica Jane Goodall en una entrevista publicada recientemente en el periódico El País: “no podemos cerrar todas las macrogranjas pero podemos mejorarlas”.

Texto original en el siguiente enlace.