Por Mer Bonilla No es raro oír hablar de si la carne roja esto, de si la carne blanca esto otro, que si una es buena para la anemia, que si la otra lo es para cuando tienes el colesterol alto, pero es fácil que no tengamos muy claro a qué tipo pertenecen algunas carnes y tampoco es intuitivo saber cuáles son las diferencias entre carne roja y carne blanca, así para los que aún estéis un poco perdidos con el tema, en este post lo vamos a aclarar.
Cuando se habla de carne roja, de lo que se está hablando es de carne que puede ser de vacuno -ternera, vaca, buey, toro-, de caza -jabalí, liebre, perdiz-, o vísceras -hígado, riñones-. El pollo, el pavo y el conejo se consideran carne blanca. (Blog: Carne roja: cuánto y de qué tipo debe comerse para que sea saludable) Y ahora estáis pensando que me he olvidado del cerdo y del cordero, pues bien, es que la carne de estos animales puede ser roja o blanca, dependiendo de la edad -carne blanca los animales jóvenes y roja los adultos-, de la alimentación o, en el caso del cerdo, depende también del corte que estemos considerando, por ejemplo, el solomillo de cerdo se considera carne roja, pero en cambio el lomo, se considera carne blanca.
Cuáles son las diferencias entre carne roja y carne blanca La diferencia fundamental es el contenido y forma de presentación del hierro, ya que las carnes rojas tienen mucha más cantidad de hierro hemo, que es mucho más fácil de asimilar por el organismo, por eso, las carnes rojas se suelen recomendar en estados de anemia. Carne roja
La carne roja debe su nombre a su color, ya que posee un alto contenido en mioglobina, un pigmento muy rico en hierro. Pero no todo son ventajas, pues también se trata de una carne con más purinas, algo a evitar por quienes deben controlar el ácido úrico. Es mucho más jugosa que la blanca, pero esto es porque su aporte de grasas es mayor, incluido el de grasas saturadas, por lo que abusar de su consumo no es aconsejable y menos aún para quienes tienen el colesterol alto.
Carne blanca
En cambio, la carne blanca tiene menos hierro pero las proteínas que aporta son de más alto valor biológico. Es menos jugosa porque apenas tiene grasas saturadas, por lo que es aconsejable para evitar que suba el colesterol y, precisamente, por tener menos grasa es una carne mucho más fácil de digerir que la roja. Y aunque pueda parecer que la carne blanca es más saludable que la roja, las dos tienen sitio dentro de una dieta equilibrada, siempre y cuando procuremos consumir carne blanca una media de 3 veces por semana y carne roja una media de 4-5 veces al mes. (Blog: ¿Qué es la carne magra y cuáles son sus beneficios?)