Naciones Unidas recomienda menos carne y más legumbres para alimentar a un mundo superpoblado sin comprometer el futuro del planeta. Los sectores agrícola y ganadero se sienten “señalados” y destacan su apuesta por modelos cada vez más sostenibles. No quieren ser víctimas del cambio climático sino formar parte de la solución.
Más de mil páginas ha necesitado el grupo internacional de expertos de la ONU sobre el cambio climático (IPCC) para desarrollar su último informe dedicado al “cambio climático, la desertización, la degradación de los suelos, la gestión sostenible de las tierras, la seguridad alimentaria y los flujos de gases con efecto invernadero en los ecosistemas terrestres”. En definitiva, para trazar una hoja de ruta que permita alcanzar el reto de alimentar a 10.000 millones de habitantes sin comprometer la salud del planeta.
La copresidenta del Grupo de Trabajo II del Grupo de Grupo Intergubermanental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) de la ONU, que publicó la semana pasada un informe especial titulado «El cambio climático y la tierra», Debra Roberts, afirmaba que las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal, como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras y alimentos de origen animal producidos de forma sostenible en sistemas que generan pocas emisiones de gases de efecto invernadero, presentan mayores oportunidades de adaptación al cambio climático y de limitación de sus efectos».
Así pues, equilibrar las dietas reduciendo la ingesta de carnes producidas con sistemas poco sostenibles, favorecer la ganadería extensiva, apostar por cultivos mejorantes de los suelos como las legumbres y modelos de rotación que minimicen el desgaste de los mismos son algunas de las soluciones que aportan para seguir alimentando a las futuras generaciones en un planeta saneado.
Como toda actividad humana, la agricultura y la ganadería tienen impacto sobre el cambio climático.
Hoy podemos afirmar que el agropecuario es el cuarto sector contaminante a nivel global, responsable en España del 12% del total de emisiones de gases efecto invernadero; por detrás del transporte (26% del total de las emisiones), la energía eléctrica (20% del total de las emisiones), la Industria (19% del total de las emisiones) o el residencial, Comercial e Institucional (RCI) (8% del total de las emisiones), según datos del Ministerio de Transición Ecológica.
Los gases que emite el ganado generan en España unas emisiones anuales de metano de 17 millones de toneladas en CO2 equivalentes.
También la agricultura con el uso de fertilizantes en los suelos agrícolas está detrás de la emisión de óxido nitroso de 12,4 millones de toneladas en CO2 equivalente al año.
Son datos de 2017, facilitados por el Gobierno, en los que se explica que la gestión de los purines (deyecciones ganaderas) supone la expulsión de casi nueve millones de toneladas, a lo que se suman otras actividades como el cultivo de arroz, las quemas de residuos agrícolas, aplicación de urea en el campo o el uso de maquinaria.
A pesar de ello, la buena gestión de pastizales y de tierras de cultivo sirven de sumideros de CO2, que capturan cada año en unos cuatro millones de toneladas.
Las legumbres y su introducción en las rotaciones de cultivos pueden ser una solución por su capacidad para mejorar la calidad y fijar nitrógeno al suelo reduciendo el CO2. Además de constituir una fuente de proteína.
La dieta se presenta como solución global para frenar el consumo disparado de proteínas animales y calorías. No sólo se trata de un asunto climático, sino también de salud: la alimentación hipercalórica es responsable del sobrepeso y la obesidad mundial, que ya padecen 2.000 millones de personas.
En la Unión Europea el sector ganadero ya lleva años trabajando en la reducción de su huella de carbono y cuatro países, entre ellos España trabajan en varios proyectos que ayudarán a que el modelo de producción ganadera sea cada vez más sostenible.
Con su programa Life Beef Carbon, el sector vacuno reducirá un 15 % su huella de carbono en los próximos 10 años, con medidas que abarcan el ámbito sanitario, el reproductivo y el de la alimentación del animal.
La plataforma española Carne y Salud insiste en que con el uso de las nuevas tecnologías, se están desarrollando sistemas de producción y nuevas técnicas con un menor impacto ambiental, con el objetivo de una reducción progresiva de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, el sector permite mantener importantes ecosistemas que no serían viables sin su utilización ganadera, como las dehesas en el caso del cerdo ibérico o el pastoreo tradicional del ovino y caprino y el de las vacas nodrizas en dehesas y zonas de montaña, que están unidos al fomento de la biodiversidad y la conservación de los espacios naturales.
De esta forma, recalcan que esta industria aplica el Modelo de Producción Europeo, el “más exigente del mundo en cuanto a calidad, trazabilidad, sanidad animal, seguridad alimentaria, bienestar del ganado y sostenibilidad medioambiental y social”.
Por otro lado, el sector cárnico defiende una dieta equilibrada en la que se incluyan proteínas de origen animal y vegetal en línea con las recomendaciones de las sociedades científicas.
En España el consumo de carnes y productos cárnicos es “moderado” y se sitúa dentro de las pautas marcadas por los organismos internacionales de salud, por lo que las recomendaciones del IPCC para el futuro están en línea con el consumo moderado que se realiza actualmente en España.
Un consumo que lleva varios años descendiendo en nuestro país en torno a u 2, 6 % en los últimos años.
Los agricultores y ganaderos españoles se sienten “señalados” por la ONU y no quieren ser víctimas del cambio climático sino formar parte de la solución. Así la Unión de Pequeños Agricultores apuesta por 130 medidas para adaptarse al cambio climático y contribuir a frenarlo.
Mantener cubiertas vegetales entre árboles, rotar cultivos de distintas variedades, minimizar el laboreo o simplemente reformar el diseño de la explotación puede ayudar a los agricultores y ganaderos a adaptarse y luchar contra el cambio climático.
Y los responsables ganaderos recalcan que “la nuestra es una ganadería de modelo sostenible, en la que las vacas están al aire libre, pastando, en perfecto equilibrio medioambiental, y cumpliendo además con una importante función, que es la de prevenir incendios”.
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