En Perú y Argentina están ejecutando un proyecto de investigación e innovación para incrementar la resiliencia de los sistemas ganaderos extensivos familiares.
Los países de América Latina y el Caribe se enfrentan a la necesidad de producir más alimentos para abastecer a la creciente población mundial. Se estima que para el 2050 esta alcanzará 9700 millones de personas, escenario que exigirá un aumento del 60% de la producción para satisfacer la demanda. Sin embargo, para las economías agropecuarias, esto representa un reto cada vez mayor porque el cambio climático y el acceso limitado a tecnologías por parte de pequeños productores dificultan la optimización sostenible de la producción.
Entre los fenómenos acentuados por el cambio climático, se encuentran los eventos meteorológicos extremos más frecuentes, tales como sequías o inundaciones, patrones de lluvias cambiantes y el aumento de temperaturas. Particularmente en las zonas áridas y semiáridas los productores de ganadería extensiva familiar deben generar estrategias de adaptación para sobrevivir.
Dirigidos a esos sectores, INTA Argentina y la Universidad Nacional Agraria La Molina, co-financiados por FONTAGRO, están ejecutando un proyecto de investigación e innovación para incrementar la resiliencia de los sistemas ganaderos extensivos familiares, en Argentina y Perú. La iniciativa busca alcanzar este objetivo a través de la intensificación sostenible y la vinculación de la producción a circuitos cortos de comercialización.
“Lo que está sucediendo hoy en las regiones áridas (de Argentina y Perú), por lo general despobladas, es la disminución de las lluvias, y eventos climáticos como calor y frío extremos” explicó Sebastián Villagra, investigador líder del proyecto, denominado: Adaptación al cambio climático de la ganadería extensiva familiar.
“La disminución del recurso hídrico tiene un doble efecto, por un lado, se debilita la producción de los pastizales, que es la fuente primaria de forraje para la ganadería, y por otro, se reducen las fuentes de agua para el ganado y las familias que viven en el lugar”, expuso.
Los esfuerzos globales para enfocarse hacia un desarrollo sostenible, limitando el calentamiento global entre 1,5 y 2 °C por encima de los niveles preindustriales, se enmarcan en el Acuerdo de París. Para que la producción de alimentos no se vea amenazada, los países firmantes asumen compromisos internacionales denominados Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) que establecen acciones de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y mitigación de gases de efecto invernadero (GEI). Tanto Argentina como Perú se encuentran entre los países que asumen esta responsabilidad.
Para generar soluciones tecnológicas partiendo de las verdaderas necesidades de los productores, el proyecto identificó, mediante un diagnóstico participativo, las principales problemáticas con respecto al cambio climático. “Hoy con esos productores estamos trabajando en evaluación forrajera y ajuste de carga animal. Es fundamental que conozcan el campo que tienen, la cantidad de pasto que producen, cuáles son las especies claves y ajustar la carga de sus animales en función de esto, para que la ganadería sea sustentable” agregó.
Con respecto al mejoramiento de la eficiencia productiva de los rebaños, se aborda su manejo nutricional y sanitario. “Saber producir y acopiar forraje, para ofrecerlo en momentos determinados es importante para cerrar los ciclos productivos” indicó el especialista.
Como parte de la transferencia tecnológica, adaptados a la nueva modalidad virtual debido a las restricciones suscitadas por COVID-19, el proyecto generó un cronograma de capacitaciones que se pueden encontrar en su página web. Las charlas virtuales son sobre suplementación estratégica, nutrición, reproducción, problemas sanitarios y uso eficiente del agua, entre otros temas.
Un eje esencial de la iniciativa es la captación, almacenamiento y transporte de agua, tanto para el consumo familiar como animal. “En los casos en los que es posible, se mejoran los sistemas de riego haciéndolos más eficientes, por ejemplo con riego por goteo para cultivar especies forrajeras como banco de proteína y energía, útil para la suplementación estratégica” indicó el investigador.
Por su parte, José Ruiz Chamorro, coordinador del proyecto en Perú, también comentó que trabajaron para mejorar la nutrición del ganado vacuno lechero. En la sierra central “interviniendo con paquetes de pastos cultivados asociados a gramínea leguminosa y en la conservación de pastos”, y en la selva nororiental en “la incorporación de bancos de proteína y la recuperación de suelos degradados, a partir de la incorporación de abono verde”.
Otro eje del proyecto es la aplicación de planes sanitarios para que el ganado se encuentre saludable y mejore la producción. Lázaro Montesino, productor de uno de los campos demostradores, manifestó: “Estamos muy contentos con la sanidad animal. Hay enfermedades que uno desconoce”.
Asimismo, en el marco de los planes de manejo sustentable, se promueve la implementación de infraestructura de manejo, tales como potreros para definir cómo manejar el pastoreo y conservar el campo; y cobertizos que permiten el resguardo de los animales frente a las condiciones climáticas extremas.
Finalmente, el proyecto aborda la vinculación de los productores al mercado, el acceso a ferias, ventas asociativas y comunitarias, generando una oportunidad económica y la disponibilidad de productos de calidad para los lugareños.
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