Así lo explican investigadores del Instituto de Clima y Agua del INTA, quienes desarrollaron una herramienta de balance de agua que permite conocer, online y cada 10 días, las reservas útiles a un metro de profundidad. Este modelo combina información satelital, climática y de suelos. Cada día cobra mayor importancia optimizar el uso de este recurso, cada vez más valioso, en los sistemas de producción, pues la seguridad alimentaria está estrechamente relacionada con la seguridad hídrica, asegura la FAO. La agricultura es la actividad que utiliza mayor volumen de agua, más de las dos terceras partes de la que proporcionan los ríos, lagos y acuíferos del planeta. En este contexto, técnicos del Instituto de Clima y Agua del INTA desarrollaron una herramienta de balance de agua que permite conocer, online y cada 10 días, las reservas útiles a un metro de profundidad, señala el comunicado del INTA. Carlos Di Bella –director del instituto– explicó que “el modelo utiliza como insumos la precipitación acumulada registrada en las estaciones meteorológicas convencionales (en este caso del INTA y del Servicio Meteorológico Nacional), la evapotranspiración real acumulada y el porcentaje de agua útil a partir del contenido de arena, limo, arcilla y materia orgánica”. “Conocíamos las precipitaciones y la evapotranspiración de los cultivos”, indicó el director, quien destacó el aporte de un tesista que le incorporó el agua en el suelo, mediante un modelo de agua útil en el suelo. “De esta manera, gracias al aporte de todos los técnicos involucrados, logramos reunir en una sola herramienta varios productos obtenidos en el Instituto y darle forma a un modelo que combina las precipitaciones, la evapotranspiración, el tipo del suelo y el agua potencial en el suelo”, puntualizó. Este modelo, disponible en la plataforma SEPA, no considera el agua remota, que no proviene de las lluvias y nutre al suelo –como la de riego, de napas anegadas o escorrentía–. No obstante, Di Bella destacó la utilidad de la herramienta para el productor a fin de conocer la evolución y variabilidad del balance de agua en el suelo. “Este modelo ayuda a planificar en algunos lugares la siembra, estimar rendimientos de cultivos y tener una previsión de rendimiento, a escala regional”, señaló.