En una entrega anterior, explicamos que cuando se presenta la degradación de un potrero, puede ser necesaria su renovación o su recuperación, mediante fertilización, labranza o introducción de otras especies. Aquí le contamos cómo funcionan las dos primeras.
Como lo indica la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), una vez se determine el estado de degradación de la pradera, hay que proceder en la caracterización física y química de los suelos para la respectiva fertilización.
Según el investigador PhD de Agrosavia Álvaro Rincón, el estado nutricional de un suelo puede considerarse como satisfactorio cuando suministra nutrimentos en una concentración y tasa suficientes para las necesidades de la planta forrajera.
Por ello, el diagnóstico del estado nutricional de un suelo es la herramienta para determinar que nutrimentos son limitantes y qué cantidad es necesaria para eliminar esta limitación. (Lea: Así podemos reversar el proceso de degradación de praderas)
En su artículo “Degradación de praderas y estrategias para su recuperación”, el experto añadió que el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre son los minerales más importantes para el desarrollo de las especies forrajeras.
Los requerimientos para el establecimiento y mantenimiento de praderas pueden diferir de acuerdo a la especie, cambios en el tiempo debido a la remoción del sistema, reciclaje y pérdidas por lixiviación y fijación en el suelo.
Las especies de Brachiaria tienen buen desarrollo en suelos deficientes en materia orgánica con bajo contenido de proteína cruda, que en muchos casos no llena los requerimientos de los animales enpastoreo, por lo cual la solución es fertilizar.
De acuerdo con sus recomendaciones, la determinación de aplicar fertilizantes a las praderas debe estar basada en la disponibilidad en el suelo de los minerales esenciales para el buen desarrollo de las especies forrajeras.
La labranza
Asimismo, argumentó que la determinación de aplicar labranza para la recuperación de praderas debe estar basada en el estado de deterioro de la pradera y en la historia del lote, especialmente con relación a presencia de malezas.
Explicó que la labranza para recuperar praderas estimula el desarrollo de las plantas que aún permanecen latentes en el suelo, además de facilitar la germinación de nuevas plántulas provenientes de semillas presentes en la tierra.
En la recuperación, la labranza se hace con el fin de recobrar la productividad de una o varias especies forrajeras ya existentes en el potrero, por lo cual se debe trabajar evitando el daño a las raíces de las plantas y permitiendo un rebrote rápido y vigoroso de las hojas.
En la renovación de praderas, la labranza se realiza cuando hay un avanzado estado de degradación, por pérdida de cobertura de los suelos con su consecuente compactación y por la baja población de las especies forrajeras principales.
Lo que se busca es cambiar la especie existente por otra, o también mejorar el potrero, pues el efecto positivo de la labranza es que rompe las capas del suelo y estimula los procesos de mineralización de la materia orgánica poniendo a disponibilidad nitrógeno y azufre.
Esta actividad por sí sola no tiene efectos significativos sobre la recuperación de praderas; debe ser complementada con una fertilización que se aplica después del laboreo del suelo. (Lea: Conozca los estados para determinar qué tan degradada está la pradera)
Rincón aclaró que la aplicación de tratamientos mecánicos sin fertilización no mejora el desarrollo de la pradera ni de su productividad, sino que la aumenta cuando se hace conjuntamente con la aplicación de fertilizantes.
Se han probado diferentes implementos con el propósito de determinar cuál de ellos tiene efectos positivos en la recuperación de praderas. Por ejemplo, un trabajo de Acosta (1992) evaluó el cincel rígido, el vibratorio, el arado de discos y el rastrillo californiano para recuperar una pradera degradada de B. decumbens.
Después de dos años de evaluación, no se presentaron diferencias significativas en la producción de forraje, la cual estuvo entre 1193 y 1551 kg de MS/ha. (Lea: ¿Cuándo se debe renovar la pradera y cuándo se debe recuperar la pradera?)
Por el contrario, en los potreros con labranza y además una fertilización de 150 kg/ha de roca fosfórica y 200 kg/ha de sulpomag (sulfato de potasio y magnesio) sí presentaron diferencias significativas a su favor, con 1400 kg.MS/ha.
Para la recuperación de praderas, el productor dispone de otros implementos como el “renovador de praderas" y el cincel rígido, con los cuales se hace una labranza profunda, especialmente en suelos arcillosos con problemas de drenaje superficial.
En condiciones de la altillanura colombiana se han realizado diversos trabajos realizados en fincas comparativos de labranza vertical con cincel vibratorio y con labranza convencional (dos pases de rastra en forma cruzada).
Uno de estos demostró que para la recuperación de praderas puede utilizarse cualquiera de los dos implementos, pues no hay diferencias en el efecto sobre las características físicas de los suelos ni sobre la producción de forraje.