Los problemas de acceso a la tierra, poca oferta de capacitación, estrechez económica y sobrecargas en el cuidado de la familia son conflictos que se evidenciaron durante la pandemia.
Así lo señaló el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), tras una serie de foros virtuales con mujeres rurales de las Américas donde “expusieron las injusticias y los desafíos que les ha generado la pandemia actual en sus vidas, familias y comunidades, una situación que impacta la seguridad alimentaria”. (Lea: La brecha de género, un problema ante todo económico)
En prácticamente todos los casos ha sido evidente la preocupación ante las repercusiones generadas por la COVID-19 en las actividades productivas y en los territorios.
Un comentario reiterado en los foros fue el temor de salir a cosechar y el de los consumidores por contagiarse. Además, el acceso al agua fue señalado como otro desafío primordial.
Ante la pandemia, en los foros también fue destacada la preocupación porque se produzcan retrocesos en materia de derechos humanos, productividad agrícola y seguridad alimentaria. (Lea: Fundagán invita a las víctimas ganaderas a reclamar sus derechos)
Las mujeres rurales de las diversas regiones americanas manifestaron que el acceso a herramientas tecnológicas se ve truncado al no tener, en muchos casos, conexión a Internet, lo que se agrava con la falta de tiempo por el cuido de los hijos y el trabajo en el campo.
“Es el momento de que los países miren a la agricultura, a la ruralidad y el papel preponderante de la mujer para garantizar la salud y la seguridad alimentaria” dijo Alejandra Mora, secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujer de la OEA.
“Una de las principales necesidades que nos genera la COVID-19 es la orientación y el espacio para que las mujeres rurales continúen capacitándose”, señaló Karina Águilas, presidenta del Comité de Género y socia productora de la Cooperativa Manduvirá, en Paraguay. (Lea: Avances y participación de la mujer rural en Colombia)
“En medio de esa profundización de la inequidad, las mujeres siguen cumpliendo con los roles de cuidado de las familias y sus comunidades, continúan trabajando por llevar bolsones de comida a quién no tiene y mantienen comedores escolares para garantizar la seguridad alimentaria”, indicó Zulma Molloja, vocera Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) de Brasil.
Una participante de Venezuela, por ejemplo, narró cómo tiene que caminar kilómetros para vender sus productos por falta de combustible y recibir servicios de salud en comunidades donde escasea el agua, en las que conseguir insumos básicos para la producción es realmente difícil y donde el limitado o nulo acceso a Internet, aunque palpable, es el menor de los problemas, mostró el IICA.
“La crisis del Covid-19 (SIC), sumada a la de los combustibles, hace difícil transportar los productos y que las personas tengan acceso a los alimentos. Las mujeres rurales tienen que caminar muchísimo para comprar los insumos básicos”, dijo Yelmi Urrutia, coordinadora del Proyecto Huertos Familiares en Venezuela (Acción Campesina).
El peligro de perder las pocas tierras para agricultura que están en manos de mujeres y con las cuales logran mantener a sus familias fue una de las principales angustias expresadas por la dirigente. (Lea: La restitución de tierras necesita ajustes)
“En México no veo una situación bastante alentadora económicamente. Se viene una venta de tierras en el campo debido a los efectos del Covid-19”, anunció María Sánchez, abogada en derechos humanos y trabajo organizativo en la comunidad indígena ZOQUE.
“La pandemia nos ha hecho retroceder en temas de género, porque han aumentado las cargas de la mujer en el cuidado de la familia. Pero no vamos a volver al pasado, los temas sociales deben tener mayor importancia y es imperativo incorporar el enfoque de género en las nuevas estrategias de desarrollo”, consideró el Director General del IICA, Manuel Otero.